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1 corintios 2 14

Pero el hombre natural no siente las cosas que son del Espíritu de Dios, por el hecho de que para él son disparidad, y no las puede entender, por dado que se deben discernir espiritualmente”. El hombre natural no quiere las cosas de Dios ya que las toma presente como disparidad. Lo que es mucho más, él no puede entender las cosas de Dios por visto que se tienen que discernir espiritualmente. Sería incorrecto aguardar que el hombre natural viera y valorara las cosas espirituales, como sería incorrecto aguardar que un cadáver viese el planeta material.

Pero el hombre físico no recibe las cosas del espíritu de Dios, ya que para él son necedad; y no puede llegar a conocer, porque se examinan espiritualmente. Pero el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; pues le son insensatez; ni las puede entender, por cuanto se disciernen espiritualmente. Pero un hombre natural° no acepta las cosas del Espíritu de Dios, pues para él son° necedad, y no puede comprenderlas pues se deben discernir espiritualmente. El hombre mundano no acepta las cosas del Espíritu de Dios; son disparidad para él, y no puede comprenderlas, puesto que hay que juzgarlas espiritualmente. El hombre puramente natural no admite lo que procede del Espíritu de Dios, por el hecho de que le semeja una disparidad; y tampoco puede entenderlo, por dado que para eso se necesita un criterio espiritual.

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Sin embargo, Pablo no dependía en su intelecto y sofisticación – su sabiduría humana – para proclamar el evangelio. En vez, él y sus compañeros proclamaban las expresiones que el Espíritu Beato les había entregado. Lo que él relataba a la multitud no era de su invención o el producto de su experiencia, en vez, era un don de Dios – la revelación.

En un plano puramente humano el hombre no capta las cosas del Esp ritu de Dios, porque son para él necedad; y no puede conocerlas, ya que solo tienen la posibilidad de ser examinadas con criterios espirituales. En el momento en que yo, hermanos, fui a nosotros, no fui proclamándoos el misterio de Dios con expresiones altisonantes, o de sabiduría. en los que el dios de este planeta ha cegado el comprensión de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. no tienen la posibilidad de recibir esas verdades de una parte del Espíritu de Dios. Todo les suena absurdo y no pueden entenderlo, por el hecho de que solo los que son espirituales tienen la posibilidad de comprender lo que el Espíritu significa. El hombre natural es donde todos comenzamos la vida; la vida heredada de Adán.

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Y si Pablo hubiera actuado como un enorme orador, hubiera sido tentado por el orgullo espiritual. Esto hubiese obstruido todo lo que Dios le solicitó llevar a cabo. Pablo tenía muchas causas por las que arrimarse a su ministerio con miedo y temblor. Una de ellas era que tenía un papel significante que determinaría el destino espiritual de muchas personas. Cada pastor siente el peso de este género de compromiso.

Note el cambio entre “él no ” los recibe y “él no puede” comprenderlos. O sea lo que deseo decir con esclavitud. Aparte del Espíritu Santurrón, nuestro carácter ética es muy orgulloso y malvado y rebelde hacia la palabra humillante de la cruz que no únicamente NO la recibimos sino que NO PODEMOS, en consecuencia, asimilamos su concepto y esencia propia. Somos esclavos de los impulsos irracionales del orgullo y el resultado es la ceguera frente la verdad y la hermosura de la cruz.

1 corintios 2 14

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El Evangelio se predica por el poder del Espíritu — El Espíritu revela a los santos todas y cada una de las cosas — El hombre natural que no se ha arrepentido no puede recibir las cosas del Espíritu de Dios. Pues en la medida en que en la sabiduría de Dios el planeta no conoció a Dios por medio de su sabiduría, agradó a Dios, a través de la necedad de la predicación, socorrer a los que creen. El escarnecedor busca sabiduría, y no la halla, pero para el hombre comprendido el saber es fácil. Pero si son cuestiones de expresiones y nombres, y de vuestra propia ley, allí nosotros; no estoy presto a ser juez de estas cosas. Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, satánica. El que no tiene el Espíritu no puede aceptar lo que proviene del Espíritu de Dios, puesto que le semeja una locura.

El hombre no espiritual no siente las cosas del Espíritu de Dios, ya que son necedad para él y no puede conocerlas, por dado que solo se tienen la oportunidad de enjuiciar según el Espíritu. El hombre de tejas abajo no acepta la forma de ser del Espíritu de Dios, le parece una disparidad; y no puede captarla pues hay que enjuiciarla con el método del Espíritu. 15Sin embargo, el hombre espiritual examina todas y cada una de las cosas,+ pero ningún hombre puede examinarlo a él. 12Ahora bien, nosotros no hemos recibido el espíritu de todo el planeta, sino más bien el espíritu que procede de Dios+ a fin de que conozcamos las cosas que Dios bondadosamente nos dió. 11Porque ¿quién entre los hombres puede entender las cosas de un hombre salvo nuestro espíritu del hombre? De la misma forma, absolutamente absolutamente nadie conoce las cosas de Dios excepto el espíritu de Dios.

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“Y ni mi palabra ni mi predicación fue con expresiones persuasivas de humana sabiduría , mas con demostración del Espíritu y de poder; A fin de que vuestra fe no esté establecida en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios” (vv. 4-5). Para todo aquel que vive en su estado natural, las cosas que forman parte al Espíritu de Dios no son sino insensatez y disparidad, y no puede comprenderlas ya que únicamente son distinguibles de manera espiritual. El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Di-s; son necedad para él. Y no las puede conocer ya que solo espiritualmente tienen la oportunidad de ser juzgadas. El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Pero el hombre natural no recibe las cosas del Ruaj de YAHWEH, ¡para él son absurdas!

En el instante en que continuamos en Cristo, difundimos la dulce fragancia de su Evangelio. Sinceramente, nosotros predicamos a Cristo, y a los que se salvan, es decir el fragancia de la vida eterna. El Evangelio de Jesucristo trae una fragancia dulce a los que se salvan. La metáfora de la fragancia o perfume,” recomienda la fuerza de penetración de la revelación y de la alegría que trae a quienes lo reciben”, redacta Alfred Plummer. En todas y cada una partes donde Pablo fue él compartió el Evangelio de Cristo y el efecto fue aprehensión espiritual y el reconocimiento de su verdad salvadora.

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