los datos de Sirach 6 5-17

sirach 6 5-17

En él somos hechos una “novedosa creación” (cf. 2 Co 5,17), primicias de un cielo nuevo y una tierra novedosa (cf. 2P 3,13). Como cantamos en el salmo de este domingo, en Jesús la Palabra de Dios ha visitado nuestra tierra, para remojar el suelo pedregoso de nuestros corazones con las aguas vivas del Espíritu (cf. Jn 7,38; Ap 22,1). Las lecturas de hoy, como las de la semana previo, nos invitan a meditar en la contestación de Israel a la Palabra de Dios y asimismo en nuestra contestación. ¿Porqué varios de los que escuchan la palabra del reino, aún no la admiten como llamada a la conversión y a la fe en Jesús? Esa pregunta subyace de manera particular en el Evangelio de hoy.

Ya que me preocupo por ustedes, todos ustedes. Y ciertos de ustedes están peleando en su matrimonio—y me importa…pero me importa mucho más su salvación. Algunos de ustedes están peleando con la patología—y me importa…pero me importa considerablemente más su salvación. Algunos de ustedes están peleando con racismo, su estatus de inmigración, algunos han pérdida su trabajo—y me importa…pero me importa mucho más su salvación.

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Jesús se dio a entender, nos comunica San Pablo en la primera lectura, para traer todas y cada una de las naciones a la obediencia de la fe. Nosotros en esta semana, con María, estamos llamados a maravillarnos por todo cuanto Dios hizo a través de los siglos por nuestra salvación. Y además debemos responder a su anunciación con obediencia humilde, deseando que se realice su intención en nuestras vidas, según su Palabra.

Y, al tiempo, es el cumplimiento de la Ley que Dios le revela a Moisés en la primera lectura de el día de hoy (cfr. Rm 13, 8-10; Mt 5, 43-48). Y, nuevamente, somos llamados a imitar su sacrificio de amor en nuestras vidas. Seremos juzgados, no por cuánto demos— los redactes y los ricos contribuyeron considerablemente mucho más que la viuda- sino en la medida en que nuestras dádivas impliquen la ofrenda de nuestras vidas, de todo nuestro ser, de todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza.

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Debemos glorificar a Dios alén de que seremos insultados y sufriremos por su Nombre. Por la novedosa coalición llevada a cabo en su Sangre y recordada en todos y cada Eucaristía, conocemos a Dios como nuestro Padre. Y esa es la luz y la salvación que cantamos en el Salmo de hoy.

• Por una parte, el creador no sabe nada acerca de las persecuciones del pueblo judío por Antíoco IV Epífanes, y no ha oído hablar de la conquista de Jerusalén ni del saqueo del Templo, hechos que comenzaron en el 170 a.

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sirach 6 5-17

El logró al hombre al comienzo y lo dejó en manos se su albedrío. Se tú deseas, puedes guardar los mandamientos y sostenerse leal está en tu mano. El puso frente a ti el fuego y el agua, prolonga tu mano a cuanto quieras. Frente al hombre, está la vida y la desaparición y lo que quisiere, le será dado (Si 15,14-17). Vanos, por naturaleza, son todos y cada uno de los hombres que han ignorado a Dios y, por los bienes aceptables, no consiguieron comprender El que hay, ni, sabiendo sus proyectos, reconocieron al artífice. Sino juzgaron por dioses rectores del mundo, en este momento el fuego, ahora el viento, en este momento el aire ligero, ya la bóveda estrellada, el agua vehemente o los luceros del cielo (Sab 13,1-2).

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Esto es el trasfondo bíblico de la parábola de Jesús sobre la crónica de la salvación que muestra el Evangelio de hoy. Los trabajadores contratados al amanecer son los israelitas, los primeros a quienes Él ofreció su alianza. Los que son contratados después son los gentiles, los no israelitas, quienes hasta la venida de Cristo eran extraños a las alianzas y promesas (cf. Ef 2,11-13). En la gran clemencia de Dios, exactamente el mismo sueldo, exactamente las mismas bendiciones prometidas a los primeros llamados -los israelitas- serán pagados a los que fueron llamados finalmente, al resto de las naciones. La vivienda de Israel es la viña de Dios que Él plantó y regó, progresando a los israelitas para sugerir frutos de justicia (cf. Is 5,7; 27,2-5).

En su Pasión, Jesús es “contado entre los maleantes”, como Isaías lo había predecido (cfr. Is 53,12). Es revelado finalmente como el Siervo Sufriente comunicado por el profeta; el Mesías aguardado cuyas palabras de fe y obediencia se escuchan en la primera lectura y el salmo de el día de hoy. Al principio, no entendían lo que afirmaban las Escrituras, según el evangelio de el día de hoy. No comprendemos exactamente cuales Escrituras eran las que debiesen comprender. Quizás era la señal de Jonás, quien sale del vientre del pez al tercer día (véase Jonás 1,17). O quizá la profecía de Oseas de la restauración de Israel tras el exilio (véase Oseas 6,2).

En nuestros hogares, debemos edificar esa casa, esa familia, este templo vivo de Dios. Hasta el día de hoy en que Él ponga nuevamente su novedosa morada entre nosotros, y diga de cada individuo “Yo voy a ser su Dios y el será mi hijo” (Ap 21, 3.7). Alguien mucho más grande que Salomón está aquí (cfr. Lc 11,31).

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Toma una situación y escribe lo que de todas formas hiciste. ¿Logró este video, etcétera., particularmente algún punto especifico sobre las relaciones? Tras una breve charla sobre el pasaje, presénteles “El Ciclo de la Relación,” contenido en las adjuntas Hojas de Trabajo. Va a ser mejor el tener una versión grande en papel de prensa como además folletos para los alumnos.

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