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Lo que Todo el planeta Debería tener en consideración Acerca de El Publicano Y El Fariseo

el publicano y el fariseo

Se le desdeñaba como apóstata, se le clasificaba con los mucho más despreciables de la sociedad. Por consiguiente, el Publicano es ligado de Dios completamente, tanto para arrepentimiento de sus errores, para el perdón de sus pecados. El Publicano se consideraba a sí mismo como el considerablemente más vil de la nación judía.

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Lucas 18:13 Dios, Sé Propicio Á Mí Pecador

Y finalmente, es esencial ver, que al paso que ser Fariseo era una secta religiosa, ser Publicano era un trabajo secular. Los publicanos eran considerados como traidores a la iglesia, apóstatas, y entre los mucho más viles del pueblo de Dios. El fariseo tiene una lepra invisible que Dios sí puede ver. Todos y cada uno de los humanos descendientes de ese Adán caído en pecado somos engendrados con una naturaleza pecaminosa, con una inclinación al mal y por esta razón estamos bajo condenación desde el vientre. El publicano asimismo era judío pero, en contraste al otro judío, el publicano sí reconocía su genuina condición frente Dios.

  • Soy amado, no por ser bueno, sino más bien pues Dios es bueno.
  • No importa el nivel social, solo importa el contar con en nuestro corazón el que la palabra de Dios entre a nuestras vidas y la pongamos en práctica.

El hecho mucho más claro es que ellos fueron los genuinos autores del nuevo judaísmo, tras la caída del orden viejo del templo. En esa línea pueden situarse las tres visiones “críticas” que siguen. Los sabios precedentes (los autores de Job o Eclesiastés) tenían una autoridad propia, desde su experiencia de encuentro con Dios. En contra de eso, los escribasfariseos se vuelven autoridad legal, fijada en un texto sagrado, que ya es palabra de Dios; así se detallan como autoridad central del judaísmo desde el año 70 d. C., después que se van apagando las ilusiones mesiánicas y apocalípticas del pueblo.

El contexto inmediato al pasaje que leemos es el pasaje que leímos la semana pasada, en el que se charlaba de la justicia de Dios. El día de hoy se nos muestra a un fariseo que confía en su justicia y a un publicano que clama por la justicia de Dios. y recomendable sin embargo apreciamos que en el final que él no es recibido por estar lleno de sí; de su ego y de su autojustificación. No pensaba ni demostró en instante alguno que valía la pena orar por la gracia y favor de Dios. Era una oración donde menospreciaba al prójimo; y orgullosamente se vanagloriaba de lo que era, sin la mas mínima migaja de arrepentimiento. Por eso mismo eran fundamento de repudio y desprecio por todo el pueblo; quienes les veían como traidores y jamás les trataban o veían como a iguales.

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De todos modos es simple mostrarnos al Señor con la actitud de ese fariseo que presume de ser justo. Es considerablemente más bien bien difícil considerarnos pecadores y necesitados de perdón y clemencia. Pero este publicano, no se enaltecía de las cosas que hacia, sino a la inversa pedía clemencia a Dios con un corazón humillado. Jesucristo les dijo a los que escuchaban su enseñanza que el publicano descendió a su casa justificado; por visto que cualquier persona que se ensalza, va a ser humillado; y el que se veja será ensalzado.

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Esta es la primera característica del fariseo de la parábola. Siguiendo con la temática de la oración, el Señor en esta oportunidad nos enseña otra actitud que debemos tener en el momento en que oramos. En el evangelio del domingo pasado nos exhortaba a rezar con perseverancia y sin desfallecer. Pero el sigue diciendo – Se propicio a mi que soy pecador. Ciertos fariseos daban diezmo aun de las hierbas aromaticas que se daban en su jardin.

Y perder contacto con la realidad es la definición de locura. Nos enseña que hay personas que oran solo a fin de que el resto personas escuchen y no para Dios. Ven y dicen a viva voz los defectos de otra gente, pero no se dan cuenta el error tan colosal que están cometiendo dirigiéndose de esta forma a Jesús. Los publicanos eran los responsables de cobrar los impuestos. Trabajaban en una oficina llamada “telonio” desde la que controlaban la cobranza de las tasas.

No había más obligación que el ayuno de manera anual del día de Kippur, en el del mes de abril. Pero los fariseos ayunaban los días segundo y quinto de la semana. Pagaba, además, el diezmo de todo cuanto vendía o adquiría. Resulta, muy oportuno refererir ahora aquella parábola de Jesús el Enorme KABIR, sobre los 2 hombres que oraban.

En cambio aparecen en estos breves capítulos ciertos personajes con el corazón impermeable a la clemencia de Dios. La humildad, al implicar una actitud verdadera frente nosotros y en frente de la vida, es aquello que nos hace capaces de editar la realidad donde nos encontramos metidos. El orgullo -lo opuesto a la humildad-, no es otra cosa que la de tener una actitud irreal ante la vida que nos ha tocado vivir. Orgulloso es aquel que se niega a verse a sí mismo y a las cosas como verdaderamente son.

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La humildad puede comenzar dándonos golpes de pecho al paso que observamos hacia el suelo. Tras todo, el término “humildad” viene de la palabra “humos” que significa tierra. No con la soberbia del fariseo, sino con el gozoso agradecimiento de esos que se conmueven al saber que son amados. Pese a su perfecto acto de humildad, obediencia y amor en la cruz, El pagó la deuda que toda la raza humana debía a Dios.

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