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reflexiones del genio lucas escritas
Líquidos bajo el plomo de una guerra de verbos gastados, acabamos en la penúltima página de una novela premiada. Adriano González León nos introdujo en la maleta de una historia donde la crueldad nos arrojó a varios años de atraso, los mismos que hoy nos apuntan con el hierro de marcar reses. Anormales –o alén de la seguridad de serlo-, lubricamos el discurso impelido por un país donde la disparidad cabe de manera impecable en el desenlace de un poema escrito por un personaje de Faulkner. Que nadie lo subestime, somos de esta manera, paranormales. Sobre exactamente la misma tierra, como decía el novelista, nos queda bastante lote que pisar.
- Jinete a pelo, centauro o bandolero que herró con los cascos los campos de un país empobrecido.
- Mientras que reconocemos el valor intrínseco de cada vida humana, no podemos denegar que la baja autovaloración de determinados es justificada, y esta fundamentada en la verdad.
Los descubrimientos que se acumulan en el Próximo Oriente ilustran estas relaciones de una manera muy significativo. Todo eso en conjunto, ¿no nos recuerda, en ciertos puntos, los capítulos y los temas a todos familiares del Viejo Testamento? De todos modos, las investigaciones arqueológicas realizadas en los países de la Biblia, que ya brindaron varios desenlaces de primera relevancia, proyectan una vivísima luz sobre la misma Biblia, sobre sus orígenes y sobre el ámbito en que nació. Entendemos hoy día que la Biblia, el tradicional más grandioso de siempre, no ha surgido, como quien afirma, de la nada, como una flor artificial surgiendo de un jarrón vacío. Esta obra tiene unas raíces que se alargan hasta un muy lejano pasado y se extienden por los países vecinos de aquel en donde logró su aparición.
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Por lo tanto, ahí contamos jubilado al instructor, con 67 años, y sometido a la integridad de realidades que piensa tal momento en la vida de un sujeto. Por naturaleza, es decir, por el mismo nacimiento del humano, todos nacemos de la misma forma (deseamos decir generalmente ya que es verdad que, en el momento de nacer tenemos la posibilidad de realizarlo, afirmemos, vía vaginal o vía cesárea) y, de la misma manera, en el hecho mismo de nacer, todos somos iguales. Afirmemos, antes de iniciar, que nosotros nos encontramos en contra tanto de una como de otro. Y queremos decir que, como resulta lógico, la igualdad está mejor que el igualitarismo pero nosotros nos encontramos, mucho más bien y mejor, en pos de un orden natural de las cosas puesto que la primera está establecida para eludir ciertos abusos y el segundo para promover exactamente exactamente los mismos en nombre de no se conoce qué evolución de los tiempos.
Es que hay tanta gente disfrazada de caballo que lo denuncian las ancas postizas. Caballos marinos que van de la arena y se sumergen en la linfa de todos los nombres de otros siglos. Caballos arrejuntados con cabras, mulas y burros flautistas. El caballo venezolano con el vientre abierto y las tripas pegadas de los mastrantales. Hablamos de imágenes que hacen alusión al mismo tiempo, a las bridas que alguien le ha propuesto a la historia para procurar doblegarla.
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O sea, un humano que descubre el mundo con todos y cada uno de los sentidos, cubierto de agua por todos lados. Margarita, para referirnos al primer artículo, “Pasar la mar”, es el paraíso perdido, el Milton que naufraga en la nata de la memoria, luego del autor someterse a múltiples años de lejanía. Una isla distante de tierra permanente, espacio inidentificable por quien entonces se efectuó dromómano y escanciador de otros panoramas. Como el día de hoy, maledicentes, malquistados, malhadados, malcarados, malmirados por la herrumbre, la humorada de la seudonimia aterra y sacude el espíritu. Acto criminal es someter al hombre –al de las palabras- a una espera que podría representar su alejamiento de la “realidad”, cálculo físico que se ha convertido en un poema gótico. Criminal todo, donde las víctimas y los presentes se dan a conocer contra la altura.
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Somos palabras diferidos, en incesante revisión. Solos como nos encontramos en el poema, en el relato, en el gran cuadro de nuestra historia, nos topamos con ese entrometido que nos interroga, la lengua, el Otro, concebido como el reflejo donde nos miramos siendo un nosotros, pero premeditados a borrarnos. Los libros que tiene dentro este periplo, citado ahora Contradiccionario ( ), son Disidencia en la tierra ( ), La brasa y la brisa ( ), Paisaje histórico ( ), Contraindicado estacionar y Cofre de Haikus ( ). Es un poeta prácticamente inédito para los que leen del resto del conjunto de naciones, “descubierto” a través de Antología presunta ( ), publicada en 2003 por el Fondo de Cultura Económica, en la Colección Versistas chilenos/ Tierra estable. Libro donde aparece el poemario Contradiccionario , muy celebrado por los versistas Gonzalo Rojas y Enrique Lihn.
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Pero considerablemente más, quedó en su alma, ese espacio que frecuenta jugarnos malas pasadas, como esta donde un poeta se convierte en personaje de muchas historias contadas por otros. El libro prosigue de pantalla en pantalla, un tanto borroso porque cuenta otras historias. Se hace poema desde la visión de un sujeto que crea, inventa, re-crea, reinventa, hace un inventario de imágenes y se va de manera lenta sobre otros títulos como Portero a la noche, donde la independencia es obscura. La mosca en sus múltiples versiones se posa sobre un “postre precario”. En La guerra de los Roses todos sufrimos/ plagas del día a día, mientras que una voz aparta el odio, el rencor. De esta forma, El silencio de los corderos las nubes braman/ sus ansias de tormenta, mientras que Allí yace mi amada.
Un largo ensayo del mencionado escritor estudia esa aventura final de Francisco Pérez Perdomo. Recogemos un segmento para ilustrar la última voz de quien termina de sustraerse y hacerse una parte de otro mundo. Este libro negro de Francisco Pérez Perdomo es un recuento de sensaciones en el que no dejan de manifestarse quienes le han dado vida a su poesía. El carácter campesino de sus imágenes se establece exactamente en “Ruralías”, poema en el que la comarca tiene dentro los mismos personajes que han emergido de las casas, de todas las casas donde estuvieron las vigilias y ensoñaciones de sus individuos. Tiene dentro infundios, fábulas, incendios, silencios, chillidos, susurros. Pero el poema se niega muchas veces a ser lo que es.
A la visión de tales prácticas y leyes de sucesión, uno puede comprender las conflictivas relaciones entre Enlil y Enki. Pues Enlil, siendo hijo de Anu y de su consorte oficial Antu, era el primogénito legal. Pero Enlil era hijo de Anu, pero de otra diosa concubina que era asimismo su hermanastra. El relato de Isaac e Ismael, o la crónica de Esaú y Jacob, lograron tener un paralelismo previo en la Morada Celestial.
De los seis hijos populares de Enki, tres fueron personajes principales de distintas cuentos sumerios, el primogénito Marduk, que, Pasado un tiempo, usurpó la supremacía, Nergal, que se convirtió en soberano de todo el mundo inferior y Dumuzi, que se casó con Inanna/Ishtar. Como hermano de Sin y tío de Utu y también Inanna, Adad asemeja haberse sentido más en casa con ellos que en su casa. Los textos sumerios los ubican juntos todo el tiempo. En las liturgias relacionadas con la visita de Anu a Uruk asimismo se habla de los 4 como un grupo. Un texto, en el que se señala la entrada en la corte de Anu, asegura que a la salón del trono se llegaba a través del pórtico de Sin, Shamash, Adad e Ishtar.
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