el publicano y el fariseo
Los fariseos habían juzgado a Mateo según su empleo, pero Jesús vio en este hombre un corazón dispuesto a recibir la verdad. Tanto el fariseo como el publicano eran pecadores frente Dios y en frente de la ley, y en consecuencia los dos están bajo condenación. 117.2 – “El publicano había ido al templo con otros adoradores, pero próximamente se separó de ellos, sintiéndose indigno de sumarse en sus devociones. Estando en pie lejos, ‘no deseaba ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho’ con amarga angustia y aborrecimiento propio.
Se muestra, en sus gestos, consciente de su responsabilidad personal. Darse golpes de pecho señalaba el sentido de compromiso frente al mal provocado. No atreverse a alzar los ojos, señala que aquel hombre se toma seriamente a Dios. Dios ha visto las injusticias que como recaudador, quizás, haya cometido entre las gentes de su pueblo.
La Humildad De Pedro
Fue dicha a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros. El publicano, un hombre que se ocupaba de recaudar los impuestos para darle a Roma y también considerado por traicionar al pueblo judío. El publicano se consideraba como los gentiles, era un conjunto de individuos repudiadas por la sociedad.
- En oposición a eso, los escribasfariseos se vuelven autoridad legal, fijada en un artículo sagrado, que ya es palabra de Dios; de esta forma aparecen como autoridad central del judaísmo desde el año 70 d.
De todas formas se alaba a sí mismo, como buscando el aplauso de Dios. A través de esta parábola vemos dos tipos de personas, y nos damos cuenta de que Dios tiene el cielo abierto para todas esas personas que deseen arrimarse a Él. Da igual el nivel popular, solo importa el contar con en nuestro corazón el que la palabra de Dios entre a nuestras vidas y la pongamos en práctica. Ciertas ediciones nos ponen las expresiones del publicano entre signos de admiración ( ¡ Santurrón dios ! ), al paso que no los emplean al referirse al fariseo ( Dios santo ).
Lo unico que solicita es que Dios lleve a cabo propiciacion, clemencia, expiacion. Pero Señor, si ellos me conocieran como Tú me conoces, podrían tener razón al sentir desprecio. Y yo no estoy en mi derecho a mirar en menos a aquellos cuyos errores desfilan por los medios. Cuán simple es medir nuestra amabilidad por las cosas que hacemos, y no con lo que llena nuestro corazón. Elige la agilidad con que se reemplazan las etapas de la oración día tras día.
#EvangelioDelDía Lc 18, 9-14. “El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no”.https://t.co/x9WILEZlwu @SAdelanteAS #PalabraViva pic.twitter.com/gxyQxQbB9i
— Hermandad de Nervión (@hermandadsed) March 13, 2021
Buena es la ley, proseguiría diciendo Jesús, pero entendida como la entiende este fariseo es un arma horrible, al servicio de la propia seguridad y del desprecio de los otros. La tradición cristiana identifica la humildad con la realidad, desde San Agustín hasta Santa Teresa. No tiene que ver con humillarse de forma masoquista y penitencial, sino más bien de ser lo que uno es, y de serlo de verdad, reconociéndolo ante Dios (o sea, frente sí mismo, en frente de los otros), viviendo de esa forma, consecuentemente. Ser humilde es proseguir el ejemplo de Pedro y este publicano. Si nosotros nos conmovemos del publicano, cuanto mucho más Dios.
el publicano y el fariseo
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Al charlar con muchos católicos en los días de Lutero, no hubieses adivinado que esta era una doctrina católica. Y la encuesta a los estudiantes universitarios ilustra que lo mismo es verdad en la actualidad. La mayoría semeja estar bajo exactamente la misma ilusión del fariseo, que merecen la salvación basándose en sus buenas proyectos.
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Por fe, la fe que renuncia a toda seguridad propia, el necesitado suplicante ha de aferrarse del poder infinito. Cuando Leví Mateo fue llamado al servicio del Señor, él asistió a Cristo así como estaba en su condición de pecador. Pues Dios es tan misericordioso que nos acepta pese a nuestra indignidad. Al paso que el Fariseo, por su trabajo espiritual tenía una lepra invisible; el Publicano, por su trabajo secular tenía una lepra aparente a los ojos de los hombres.
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Hoy nos comunica que nuestra oración debe tener una profunda humildad y facilidad de corazón. Y, para ello, nos presenta la parábola del fariseo y el publicano. V14 “Les digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro” Es decir, del último a quien se refería si fue justificado, recibió perdón y fue aprobado por Dios, pero el otro no . “pues cualquier persona que se encomia, va a ser humillado; y el que se veja va a ser enaltecido”.
Si tu y yo tuviésemos que juzgar en el lugar de Dios, indudablemente escogeríamos a este segundo hombre. Su humildad tan honesta nos conmueve y nos conquista el corazón. El publicano se conoce pecador y lo único que hace es pedir a Dios que le tenga compasión. Opuestamente el publicano se considera oficialmente un pecador.