La mejor Guía para Samuel Unge A David

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«Te ruego que mi padre y mi madre se queden con vosotros, hasta el momento en que sepa lo que Dios va a hacer de mí». –Te suplico que mi padre y mi madre se queden con vosotros hasta el momento en que yo sepa lo que Dios hará conmigo. en el instante en que sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, fueron allí a reunirse con él.

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, pues no es hombre a fin de que se arrepienta. Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su crónica; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel. ¡Qué escena mucho más patética – un anciano profeta debe hacer el trabajo de un joven rey! Pero esa era la diferencia entre Samuel y Saúl; el primero cumplía al paso que el segundo, de labios afirmaba “sí”.

Saúl Jura Matar A David

Samuel unge a David y lo consagra a Dios como rey sin fijarse en su testera.” En el momento en que Samuel lo ve, Dios le afirma que éste es el favorito para gobernar a su pueblo, que lo unja con aceite, y lo consagre como rey. los reyes que eligiera deberían tener un corazón libre para Dios y que puedan ver en todo momento por el confort de su pueblo. La diferencia era en el valor que Dios le estaba infundiendo. Le asistió a guiar la piedra justo a su destino, al espacio debajo del casco entre los ojos de Goliat.

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Este mismo episodio se relata asimismo con ciertas variantes, en 1 Cr diez. Los filisteos, en tanto que, pelearon contra Israel, y los de Israel, huyendo ante los filisteos, cayeron muertos en el monte Gilboa. Las exitosas campañas de David aumentaron su popularidad entre los pobladores del sur de Palestina y también hicieron que fuera recibido de forma rápida como rey de Judá (cf. 2 S 2.1-4). Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo, y marchaos de aquí en relación amanezca. pero los amos filisteos decidieron que no ingreses con nosotros en la guerra. Vuelve, puesto que, y vete en paz, para no desagradar a los príncipes de los filisteos.

Asimismo Saúl y los hombres de Israel se juntaron, acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de guerra contra los filisteos. Si bien el rey de Moab no era exactamente un amigo de Israel, su odio iba dirigido principalmente hacia Saúl. Por lo tanto, el rey moabita dio asilo a los progenitores de David. El arreglo que este logró para la seguridad de sus progenitores fue simplemente una medida de precaución en el caso de que Saúl decidiese castigarlos y torturarlos a fin de que revelaran dónde estaba su hijo. En su furia Saúl acusó a su mujer como responsable de la rebelde deslealtad de Jonatán por ser este leal a David en lugar de ser fiel a su padre. Saúl se hundía de a poco más en el mal y se retiraba constantemente del Espíritu.

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Jehová te entregará el día de hoy en mis manos, yo te venceré y te cortaré la cabeza. Y el día de hoy mismo entregaré tu cuerpo y los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y va a saber toda la tierra que hay Dios en Israel. Entonces tomó en la mano su cayado y escogió cinco piedras lisas del arroyo, las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y con su honda en la mano se aproximó al filisteo. Todos los hombres de Israel que veían a aquel hombre escapaban de su presencia y sentían enorme miedo. Hoy yo he desafiado –añadió el filisteo– al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.

Jesé presentó a Samuel siete de sus hijos, pero Samuel debió decirle que a ninguno de ellos lo había escogido el Señor. Luego santificó él a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Entonces Samuel purificó a Jesé y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Y en el momento en que el espíritu de parte de Dios acometía a Saúl, David tomaba el harpa y la tañía con su mano, y Saúl se sentía aliviado y mejoraba, y el mal espíritu se apartaba de él.

Vas a hacer, pues, misericordia con tu siervo, en tanto que hiciste a tu siervo contraer un pacto contigo frente Jehová; si hay maldad en mí, mátame tú, en tanto que no hay necesidad de llevarme hasta tu padre. Salió para Naiot, en Ramá, pero además se apoderó de él el espíritu de Dios, y siguió andando y profetizando hasta el momento en que llegó a Naiot, en Ramá. Entonces Saúl envió mensajeros a fin de que trajesen a David, los que vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los encabezaba. Vino el espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl y ellos también profetizaron. Después hubo de nuevo guerra; salió David y peleó contra los filisteos, les causó un colosal estrago y escaparon frente él.

• En el instante en que Samuel lo ve, Dios le afirma que este es el elegido para gobernar a su pueblo, que lo unja con aceite, y lo consagre como rey.
• Y en el momento en que Saúl regresó de perseguir a los filisteos, le brindaron la noticia de que David estaba en el desierto de En-gadi.

Con estas palabras reprimió David a sus hombres y no les dejó que se abalanzaran contra Saúl. Al llegar a un redil de ovejas al costado del sendero, donde había una gruta, entró Saúl en ella para hacer sus pretensiones. En el fondo de la gruta estaban sentados David y sus hombres. Tomó entonces Saúl tres mil hombres elegidos de todo Israel y salió en pos de David y de sus hombres por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.

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Pasó que en el momento en que el filisteo se levantó y echó a caminar para ir al acercamiento de David, David se dio prisa y corrió a la línea de guerra contra el filisteo. Y toda esta congregación va a saber que Jehová no salva con espada ni con lanza, por dado que de Jehová es la guerra y él les entregará en nuestras manos. En el instante en que el filisteo miró y vio a David, no lo tomó seriamente, porque era solamente un jóven, rubio y de bello parecer. El filisteo fue continuando y acercándose a David, antecedido de su escudero. Ahora fuera león o fuera oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno, por el hecho de que ha causado al ejército del Dios viviente. salía yo tras él, lo hería y se lo arrancaba de la boca; y si se revolvía contra mí, le echaba mano a la quijada, lo hería y lo mataba.

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