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La desaparición de Sadrac Mesac Y Abednego

sadrac mesac y abednego

Su sabiduría y honestidad los condujo a ostentar en esenciales responsabilidades en la corte de Babilonia. Pero en el momento en que el rey Nabucodonosor ordenó construir una gran escultura exigiendo que todos se postraran enfrente de ella, bajo la amenaza de muerte a quien desobedeciera, estos jóvenes siguieron parado, de acuerdo a sus convicciones. En el instante en que fueron llamados ante la presencia del rey, reafirmaron sus seguridad en Dios rechazando agacharse delante de la imagen. En este momento condenados a muerte, fueron lanzados en un horno candente, donde Dios fue su compañero y libertador, lo que hizo que el rey alabara el nombre de Dios y promulgara un decreto donde condenaba a muerte a todo el que que blasfemase contra el Dios de estos jóvenes. El rey se encolerizó tanto que mando a que los enviasen al horno de fuego como castigo de su rebelión. Quizás muchos hombres o mujeres creerían que estos tres hombres se retractarían de su resolución al meditar que iban a ser consumidos por las llamas de fuego.

Claro, nosotros estamos en el mundo, y muchas veces somos tentados y hasta caemos en pecado, pero debemos entender y comprender que hay alguien de nuestro lado que venció a este planeta para darnos libre ingreso al Padre por medio de la fe. Debemos tener exactamente la misma convicción y santidad de estos tres individuos. Este pasaje nos enseña verdaderamente que estando unidos entre hermanos, mucho más se afianza nuestra fe en Dios. Entendemos la situación actual, el planeta viene en debacle, y nosotros debemos estar separados de esto, por el hecho de que todo lo que el planeta nos da, no viene de Dios. No podemos vivir nuestro cristianismo a medias, estando de un lado con el planeta y del otro con Dios, ya que va a llegar un momento en donde las luchas serán bien difíciles, y sin una fe firme y sin Dios totalmente al cargo de nuestras vidas, no vamos a poder soportarlas.

Pequeños A Prueba De Fuego

Más allá de que el supervisor babilonio estaba renuente a agradar la petición de estos cuatro hombres de no comer ni tomar de la provisión día tras día del rey para ellos, él les permitió llevar a cabo una prueba de diez días con la comida y la bebida que ellos pedían. Gracias a que ellos lucían sanos al final de este período, les dejaron proseguir con la dieta de vegetales y agua que habían solicitado (vv. 12, 16). Entonces Nabucodonosor, enojado y furioso, dio orden de traer a Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres, ya que, fueron conducidos en oposición al rey. Y el rey Nabucodonosor mandó reunir a los sátrapas, prefectos y gobernantes, los consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y todos y cada uno de los gobernantes de las provincias a fin de que viniesen a la dedicación de la escultura que el rey Nabucodonosor había levantado. Alguien ha dicho al rey que ellos no estaban adorando al ídolo, y el rey estaba muy enojado. Mandó buscar a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego y les mentó que serían quemados en el horno; pero ellos no tenían miedo por dado que sabían que Dios los salvaría.

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Los cristianos luteranos asimismo recuerdan a los tres jóvenes, considerados profetas, en su santoral el 17 de diciembre al lado del profeta Daniel. Y mandó que algunos valientes guerreros de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y los echasen en el horno de fuego candente. y el que no se postre y adore, va a ser echado en un horno de fuego ardiente. pero el que no se postre y adore, será echado rápidamente en un horno de fuego candente. 23Y estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados en el horno de fuego ardiendo. 21Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo.

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Estos tres jóvenes judíos que formaban parte del exilio hebreo en Babilonia, se niegan a adorar la estatua. El rey aloquece y manda asesinarlos introduciéndoles en un horno. Un ángel les resguarda del fuego y para finalizar el rey decide dejarles marchar. Abed-nego es un personaje que aparece en la Biblia en el libro de Daniel, cuyo nombre es babilónico. Su nombre, hebreo, se ajusta a Azarías, entre los tres compañeros de Daniel en Babilonia.

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El rey miró dentro del horno y vio a 4 hombres caminando, uno era un ángel de Dios. Los sirvientes del rey encendieron fuego en el horno, anudaron con cuerdas a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego y los tiraron en el horno. El horno se encontraba tan ardiente que los sirvientes del rey fallecieron quemados. El rey llamó a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ellos salieron del horno.

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En este relato está esbozado uno de los temas mucho más propios del libro de Daniel y, por norma general, de los escritos apocalípticos. La escultura gigantesca hecha de elementos diferentes – oro, plata, bronce, hierro y barro – representa simbólicamente la historia humana vista como un todo, pero dividida, al tiempo, en distintas periodos. Cada intérvalo de tiempo marca una única etapa en el avance del enigmático plan de Dios, que como constructor de todo el mundo y Señor de la historia dirige todas las cosas hacia el término que él mismo ha fijado por adelantado. Cuando llegue el propósito del tiempo presente (cf. Dn 12.4,9), Dios establecerá su reino eterno y universal, que va a tomar el lugar de los imperios de este planeta (Dn 2.45) y colmará todas las esperanzas de su pueblo (cf. Dn 2.34-35; 7.14,27). No desearon pisar lo que ellos creían por obediencia.

Podemos ver con todo lo citado que la fe y la santidad van muy juntas. Debemos testificar con nuestras vidas lo que suponemos, y no solo de boca para afuera, sino con proyectos de caridad, amor al prójimo y una vida de obediencia a Dios. 8Por esto en aquel tiempo ciertos hombres caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.

11y el que no se postre y adore, sea echado en un horno de fuego ardiendo. 6y cualquier persona que no se postre y adore, instantaneamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Canta con bastante ritmo la canción de los tres amigos de Daniel, que fueron lanzados al horno de fuego. Y como la orden del rey era apremiante, y habían calentado bastante el horno, la llama del fuego mató a esos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. El rey Nabucodonosor logró una estatua de oro, cuya altura era de sesenta codos y la anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. El ángel de Dios resguardó a Sadrac, Mesac y Abed-nego en el momento en que estaban en el horno de fuego.

La orden del rey era que sus súbditos debían postrarse delante de esta escultura. Cualquiera que no lo hiciese sería lanzado al horno de fuego (vv. 5-6). Pero estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego cayeron, atados, en medio horno de fuego candente. Entonces estos hombres fueron atados y lanzados con sus mantones, sus túnicas, sus gorros y sus otras ropas en el horno de fuego candente. Exactamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego candente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Logró que los arrojaran al horno de fuego, pero en el instante en que el rey miró en el horno, se sorprendió al notar a un ser celestial en el fuego con los tres hombres.

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