El Secreto sobre el secreto en Carta A Los Romanos al descubierto

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(Véanse además Heb diez.30.) El principio preciso aquí es que el fiel se ha entregado al Señor (12.1–2) y por consiguiente el Señor debe cuidar a él y ayudarle a librar sus batallas. Requerimos sabiduría espiritual (Stg 1.5) tratándose de lidiar con los contrincantes de la cruz, a fin de que no demos mal testimonio por un lado, o rebajemos el evangelio, por el otro. Pablo usó de la ley romana en tres oportunidades para protegerse a sí mismo y al testimonio del evangelio (véanse Hch 16.35–40; 22.24–29; 25.10–12), sin embargo, se encontraba presto a hacerse a todos de todo con tal de ganar a ciertos para Cristo. Si practicamos Romanos 12.1, 2 diariamente, podemos tener certeza de que Él nos dirigirá a obedecer el resto del capítulo. El culto y servicio en el cuerpo local comienza con la distribución personal (vv. 1–2), y después con una evaluación franca de los dones espirituales que el fiel tiene (v. 3).

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Aguardar Ansiosamente La Redención Corporal Para Nosotros Y La Creación De Dios (romanos 8:18

Los que leen Romanos 5 se dan cuenta que Cristo murió por sus errores y le reciben en sus corazones; pero no se apropian de las palabras de Romanos 6 y no descubren la gloriosa libertad que tienen en Cristo. Lea Romanos 6.1–10 nuevamente y analice por usted mismo que el fiel ha muerto al pecado (v. 2); la vieja naturaleza fué crucificada (v. 6); el creyente ha sido libertado del pecado (v. 7). La vieja naturaleza ya no puede reinar considerablemente más en el católico que conoce la realidad, la confiesa, considera y se muestra al Señor. Los versículos 3–4 no hablan de al bautismo en agua, sino más bien a la operación del Espíritu al ponernos «en Cristo» como pertenecientes de su cuerpo.

• No tenemos que hablar de la vida de nuestro hermano, de modo que no contamos ningún derecho de condenarle hoy.

En el instante en que uno dirige su historia a través de la unión con Cristo, por el momento no lo efectúa por obediencia a un código de ley escrita que de verdad despierta el deseo de pecar, sino más bien por la lealtad a Jesucristo en lo íntimo del espíritu y del corazón. Lo considerablemente más horrible del pecado es su poder para engendrar pecado. La horrible deber del libre albedrío es que puede emplearse de tal modo que al final se pierde, y se alcanza a ser ciervo del pecado, descuidado al mal. En el pecado hay siempre y en todo momento una patraña, pues el pecador considera que aquello le va a hacer feliz, y al final arruina la vida, tanto nuestra como la extraña, en este mundo y en el venidero. b) Y sin embargo en esta palabra dar hay mucho más que eso, hay juicio.

Garantizamos un sacrificio vivo en el instante en que tomamos un empleo menos que satisfactorio por el hecho de que para nosotros es mucho más esencial sostener a nuestra familia que encontrar el trabajo perfecto. Nos transformamos en sacrificios vivos en el momento en que dejamos una aceptable situación para que nuestro cónyuge pueda admitir el trabajo de sus sueños en otra localidad. Nos transformamos en un sacrificio vivo cuando, como jefes, asumimos la culpa por el fallo que un subordinado comete en su trabajo. Con la cabeza transformada, nuestro propósito cambia y por el momento no justifica nuestras actitudes ególatras sino trae nueva vida para otros. Por servirnos de un caso de muestra, imagine que usted es un supervisor de turno en un restaurante y se vuelve candidato para un ascenso a gestor. Si su cabeza no está transformada, su misión principal será derrotar a el resto candidatos.

Los cristianos por el momento no están bajo la ley, esto es, por el momento no es obligado por la ley de Moisés, sino más bien bajo la felicidad de Dios. No necesitamos vivir bajo la ley, pues en la medida en que nuestras psiques han sido renovadas, entenderemos «prácticamente instintivamente» lo que Dios desea de nosotros. La ley da entonces un «método propósito» para evaluar el progreso en el «avance de siempre» de la renovación de nuestra psiques. Pablo está planeando viajar a Roma desde Jerusalén y pasar cierto tiempo allí antes de pasar a España; espera que la iglesia romana respalde su misión en España. Los judíos fueron expulsados de Roma en torno al año 49 gracias a los altercados por el edicto de Claudio.

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En verdad, saluda a considerablemente más personas en este capítulo que en ninguna otra de sus cartas. 4) La cuarta sección es la presentación de Febe, posiblemente la portadora de la carta, que se dirige a Roma, semeja ser por asuntos o negocios personales. La carta acaba con una lista de saludos y la bendición final. El capítulo 12 de Romanos es una exposición ética tan enorme que merece ponerse siempre y en todo momento al lado del Sermón de la Montaña… En él establece Pablo el carácter ético de la fe cristiana.

En el momento en que Dios nos da salvación, nos ofrece integridad/justicia. Tal como la Carta a los Romanos logró revolución en la vida de Lutero y de ciertos reformistas, debe llevar a cabo exactamente la misma revolución en nuestras vidas El Evangelio de Cristo. Para Lutero el percatarse que la iglesia le presentaba al pueblo un Evangelio equivocado lo transporta a actuar contra el sistema montado que se tenía en aquel tiempo.

Varios cristianos tienen la falsa noción de que el legalismo radical (observar días y dietas) exhibe una fe fuerte, pero Pablo señala que ¡la realidad es exactamente lo contrario! Es el católico maduro en la fe el que reconoce las verdades que se encuentran en Colosenses 2.18–23. «Procurad lo bueno enfrente de los hombres» (v. 17) recomienda que el católico vive en una «casa de cristal» y que ha de estar siendo consciente de que otros lo escudriñan. », es una actitud pecaminosa para un fiel, a la luz de Romanos 14.7–8. La multitud nos mira y mientras como nos resulte posible, debemos vivir en paz con todas y cada una la multitud.

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Esta bienaventuranza se consigue tanto en la circuncisión como en la incircuncisión, que Abraham la alcanzó no estando circuncidado. En años posteriores, en el instante en que se perdió el patriotismo, estas ceremonias dejaron de ser voluntarias y se hicieron obligatorias. Después la palabra llegó a usarse para cualquier tipo de servicio; y después todavía se reservó singularmente para el culto y el servicio de los dioses en los santuarios… Pero la palabra siempre y en todo momento preservó el matiz de servicio espléndido. Pablo hace el último llamamiento a fin de que todos los de la iglesia estén unidos, para que los enclenques y los fuertes en la fe se vean como una parte del mismo cuerpo, para que judíos y gentiles vivan en especial comunión. Es posible que haya diferencias, pero no hay mucho más que un Cristo, y el nudo de unión es la común lealtad a Él… La Obra de Cristo fue para los judíos y para los gentiles. Esto debe acontecer, dice Pablo, por la renovación de la manera de pensar.

En varios versículos Pablo cuenta a sus «familiares» (vv. 7, 11, 21). Esto no necesariamente significa familiares de sangre, sino más bien compatriotas judíos, quizás de la tribu de Benjamín. Algunos críticos han acusado a Pablo de estar en oposición a las mujeres, pero ningún hombre logró más por emancipar a las mujeres de la servidumbre pagana y dignificarlas de la forma que Dios intentó desde el comienzo.

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