El nacimiento de San Juan

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La vida se está reduciendo día a día, y nos encontramos siendo empujados a una puerta peatonal donde el trato cara a cara con Jesús es ineludible. Llegó el momento de que Jesús muestre algo de su poder salvador en nuestra experiencia. Toda vez que Jesús, en los días de su carne, se reunía con esos que padecían diversas patologías y enfermedades, había llegado el momento de que eliminara esas nosologías y dolencias. Y de esta forma, el tiempo de Jesús llegó totalmente para socorrer en el momento en que el pecador siente su necesidad de salvar. En el momento en que se crea el bote salvavidas y se pone en la casa del bote salvavidas, llegó el momento de que el bote realice su trabajo.

Y contra semejantes fallos, en el momento en que se encontraba encubierto por una profesión religiosa, era severo con una dureza inigualable aun en las Escrituras. No opinar en Cristo es rechazarlo en sus gloriosos oficios. Él vino a la tierra para ser Profeta, Sacerdote y Rey. Negarle nuestra fe a él en estos distintos oficios es perder las bendiciones espirituales y asimismo incalculables que es el deseo de su corazón conferir a los hijos de los hombres.

el Ungido De Dios

De ahí que le llevó tanto tiempo el regresar a su casa. Aquí nos encontramos otra vez con la tremenda compromiso que nos corresponde. Absolutamente absolutamente nadie probablemente desee llevar a cabo la prueba a menos que vean su eficiencia en nuestra vida. No servirá de bastante el decirle a el resto que Cristo puede traer a su crónica gozo y paz y poder, en el momento en que nuestra vida es lúgubre, angustiada y derrotada. Los demás se convencerán de que merece la pena entregarse a Cristo únicamente en el momento en que vean que para nosotros ha conducido a una experiencia que da envidia.

13 Su espíritu adornó los cielos; Su mano crió la serpiente ondulada. diez Empero si Cristo está en nosotros, el cuerpo á la realidad está muerto á causa del pecado; mas el espíritu vive á causa de la justicia. 9 Mas nosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si el Espíritu de Dios mora en nosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.

Mientras que no sea para nosotros más que el personaje de un libro, está fuera de nosotros; pero en el momento en que entra en nuestro corazón, tenemos la posibilidad de nutrirnos de la vida y la fuerza y la vitalidad que Él nos da. Los judíos se pusieron a debatir entre ellos… Lo que mucho más les interesaba era hacerles entender a el resto cuál era su opinión; y lo que menos, lo que Dios pudiera pensar. Su Mensaje supremo nos lo trajo un carpintero galileo, y de ahí que fue por lo que los judíos lo rechazaron. En el momento en que la tomamos entra en la vida una nueva satisfacción. El corazón humano halla lo que estaba buscando, y la vida ya no es un mero vegetar para ser algo lleno al unísono de emoción y de paz; y entonces contamos seguridad hasta más allá de la muerte.

que las divisiones de opinión sobre Cristo han comenzado en un intérvalo de tiempo muy temprano y aún siguen. “¿Qué os asemeja de Cristo?” sigue siendo la pregunta que prueba la actitud cristiana de los hombres y las iglesias. Invita a los judíos a sacar beneficio para el momento, en este momento reducido a seis meses, de que estaría con ellos. Su fe, auténtica como es, hay que en parte esencial a su poder prodigioso.

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El leal precisamente probará la desaparición, pero no va a ser aterrorizado por este enemigo derrotado. Los autógrafos fueron los escritos inspirados por Dios. Fueron los apóstoles los que fueron inspirados por el Espíritu Santurrón para redactar cada una de las expresiones que salieron de la boca de Dios. No fueron los copistas los que fueron inspirados. Debemos aprender como es que se desarrolló el Nuevo Testamento para lograr comprender este género de cosas.

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Con justicia, en consecuencia, se le concedió a San Juan aun en los tiempos primitivos del cristianismo, el título honorífico de “teólogo” de los evangelistas. un corto epílogo (21, ), que se refiere a la gran mayoría de las palabras y hechos del Salvador que no están registradas en el Evangelio. Jesús aceptaba que eran descendientes de Abraham – pero Abraham no era su padre en el sentido espiritual. Tras todo, en el momento en que vinieron mensajeros del cielo a Abraham, él los recibió (Génesis 18). Pero estos hombres rechazan al que fue enviado del cielo.

Como había poca yerba, las ovejas siempre y en todo momento iban merodeando; y, como no había vallas de protección, había que estar observando todo el tiempo las ovejas. La misión del pastor era, no solo incesante, sino más bien peligrosa; por el hecho de que, además de esto, tenía que resguardar el rebaño de los asaltos de las fieras, singularmente los lobos, y de las incursiones de ladrones y bandidos. a) Empezó llamando a Jesús un hombre (versículo 11).

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Es cierto que muchos de los oyentes del evangelio no tienen mejor razón para prestar su incredulidad que la falta de fe del resto, especialmente de esos con quienes más se asocian y de quienes inconscientemente toman su tono ética. Esta no es una “razón”, pero es una explicación bastante para esos familiarizados con la naturaleza humana. I. ES POSIBLE SER FAMILIAR CON CRISTO, SU DOCTRINA Y EVANGELIO, Y NO CREER EN ÉL. Al leer la narración del evangelio, estamos con casos de incredulidad que no nos sorprenden, que semejan detallarse de manera fácil. Hubo muchos que verdaderamente no conocieron a Cristo, que simplemente tomaron el juicio de otra gente respecto a él, o actuaron sobre los prejuicios naturales de la ignorancia.

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