elias ylos profetas de baal
Cuando Elías corrió enfrente de Acab, hacía una declaración. Elías deseaba que Acab supiese que su posición contra Baal no era nada personal, era solo su celo por Jehová. ¡Para Elías, esto era una declaración de humildad! A continuación, nos enteramos de qué forma rezaba en el momento en que leemos que, postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas (v. 42).
- “Y Elías volvió a decir al pueblo; Solo yo he quedado profeta del Eterno; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres”.
No lograron formar parte en la victoria de Elías en el Monte Carmelo. Indudablemente, el mundo les llamaría fracasados, hombres insignificantes que no habían logrado nada. En los días de Elías, el dios Baal teóricamente garantizaba a sus adoradores el éxito, la popularidad y la prosperidad. Aquellos quienes besaran los pies del ídolo procuraban el cumplimiento en cada área del materialismo y de la sensualidad. Era el pueblo escogido de Dios, adoradores apartados de Jehová. Tal como yo, usted se marcha a preguntar de qué forma el pueblo de Dios pudo ser atraído a una idolatría tan ostentosa.
Primero Fue Tu Padre Y Ahora Tu Desobedeces A Dios Una Y Otra Vez
El resplandor del fuego iluminó la montaña y deslumbró a la multitud. Era algo semejante a la columna de fuego que al lado del mar Colorado separó a los hijos de Israel de la hueste egipcia. Los desilusionados curas de Baal, agotados por sus vanos sacrificios, esperaban para poder ver lo que iba a realizar Elías.
—Yo soy el único profeta del SEÑOR que queda, pero hay 450 profetas de Baal. Pasó que mientras ellos iban caminando y hablando, un carro de fuego, con caballos de fuego, los separó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino. Tomó entonces Elías su mantón, lo dobló y golpeó las aguas, las que se apartaron a uno y a otro lado, y los dos pasaron por lo seco.
Por lo tanto, yo considero que el número 7,000 que Dios citó a Elías sencillamente denotaba a todos los que componían su remanente. El pueblo que él separa para sí mismo podía ser el número 70 ó 7 millones. Lo que importa es que ellos estén totalmente entregados a él. Mas tarde, siendo un joven, flaco, y también inexperto predicador, pastoreé a una pequeña congregación en un pequeño pueblo de Pensilvania. Mantuvimos servicios en un edificio inenarrable con un tejado cubierto de brea. Nuestra congregación estaba compuesta en su mayoría por labradores y mineros del carbón.
Baal, el enorme ausente y también impotente, había sido derrotado. Los profetas estaban obligados, consecuentemente, a depender de una llamada directa a su deidad. Rodearon el altar constantemente con sus danzas alocadas y místicas, rompiendo filas esporádicamente para saltar sobre el altar, repitiendo sin cesar su canto monótono. Se extenuaron realizando los distintos ejercicios de su culto idólatra, sin detenerse durante tres horas. Que los profetas de Baal tomen uno, que lo maten y lo corten en pedazos.
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Los profetas de baal edificaron un altar y llamaron a su dios a bajar el fuego y quemar el sacrificio lo que fue en balde. O a veces únicamente tienes que atestar los últimos cinco minutos de la clase. Tienen la posibilidad de ser útil como una actividad para llevarse a casa.
Y aún él no vaciló en culpar al piadoso profeta Elías por los problemas de Israel. Si Acab hubiese cuando menos detenido la activa persecución del pueblo de Dios, Dios hubiera cedido en la sequía. Pero el rey maligno de Israel halló fácil en culpar al profeta piadoso. Dios envió fuego desde el cielo y quemó el sacrificio de Elías. Quemó la leña y las piedras y secó el agua. La gente vio el poder de Dios y supo que los ídolos no tenían poder, y mataron a todos y cada uno de los sacerdotes de Baal.
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Tras su reinado, otros reyes han reinado sobre el pueblo de Dios. Ciertos de ellos eran buenos y prosiguieron las instrucciones de Dios. Otros eran malos y llevaron al pueblo al pecado y a la adoración de los ídolos.
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De nuevo, Elías le dio mucha virtud a los profetas de Baal. Se pensaba que Baal era el dios del cielo, señor del tiempo y el que mandaba los relámpagos . Si Baal era real, él exactamente mandaría fuego del cielo. Cuando cada uno de ellos llegó allí, Elías les lanzó un reto. “Los profetas de Baal y yo cada uno de ellos vamos a hacer un sacrificio.
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