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3 Tácticas para Sadrac Mesac Y Abednego

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sadrac mesac y abednego

Los cristianos luteranos además recuerdan a los tres jóvenes, considerados profetas, en su santoral el 17 de diciembre al costado del profeta Daniel. Y mandó que algunos valientes guerreros de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y los echasen en el horno de fuego candente. y el que no se postre y adore, será echado en un horno de fuego candente. pero el que no se postre y adore, será echado en el momento en un horno de fuego candente. 23Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados en el horno de fuego ardiendo. 21Entonces estos hombres fueron atados con sus mantones, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados en el horno de fuego ardiendo.

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Bible Reference

Estos tres jóvenes judíos que formaban parte del exilio hebreo en Babilonia, se niegan a venerar la escultura. El rey enloquece y manda asesinarlos introduciéndoles en un horno. Un ángel les resguarda del fuego y para finalizar el rey decide dejarles marchar. Abed-nego es un personaje que aparece en la Biblia en el libro de Daniel, cuyo nombre es babilónico. Su nombre, hebreo, corresponde a Azarías, entre los tres compañeros de Daniel en Babilonia.

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La orden del rey era que sus súbditos debían postrarse enfrente de esta escultura. Cualquier persona que no lo hiciera sería lanzado al horno de fuego (vv. 5-6). Pero estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego cayeron, atados, en la mitad del horno de fuego candente. Entonces estos hombres fueron atados y lanzados con sus mantos, sus túnicas, sus gorros y sus otras ropas en el horno de fuego ardiente. Precisamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego candente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Logró que los arrojaran al horno de fuego, pero cuando el rey miró en el horno, se sorprendió al ver a un ser celestial en el fuego con los tres hombres.

En este relato está esbozado entre los temas más propios del libro de Daniel y, por lo general, de los escritos apocalípticos. La escultura gigantesca llevada a cabo de elementos distintos – oro, plata, bronce, hierro y barro – representa de forma simbólica la historia humana vista como un todo, pero dividida, al mismo tiempo, en diferentes periodos. Cada intérvalo de tiempo marca una exclusiva etapa en el avance del misterioso plan de Dios, que como constructor de todo el mundo y Señor de la historia dirige todas las cosas hacia el término que él mismo ha fijado de antemano. En el instante en que llegue el objetivo del tiempo presente (cf. Dn 12.4,9), Dios establecerá su reino eterno y universal, que va a tomar el ubicación de los imperios de este mundo (Dn 2.45) y colmará todas y cada una de las esperanzas de su pueblo (cf. Dn 2.34-35; 7.14,27). No desearon pisar lo que ellos creían por obediencia.

Claro, nosotros nos encontramos en el planeta, y recurrentemente somos tentados y hasta caemos en pecado, pero debemos entender y entender que hay alguien de nuestro lado que venció a este planeta para ofrecernos libre ingreso al Padre por medio de la fe. Debemos tener exactamente la misma convicción y santidad de estos tres personajes. Este pasaje nos enseña verdaderamente que estando unidos entre hermanos, mucho más se afianza nuestra fe en Dios. Sabemos la situación de hoy, el planeta viene en debacle, y nosotros tenemos que estar separados de esto, por dado que todo lo que el planeta nos ofrece, no viene de Dios. No podemos vivir nuestro cristianismo a medias, estando de un lado con el planeta y del otro con Dios, puesto que va a llegar un instante en donde las luchas van a ser difíciles, y sin una fe estable y sin Dios absolutamente a cargo de nuestras vidas, no vamos a poder soportarlas.

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Su sabiduría y honestidad los condujo a ostentar en esenciales responsabilidades en la corte de Babilonia. Pero en el momento en que el rey Nabucodonosor ordenó construir una gran estatua exigiendo que todos se postraran enfrente de ella, bajo la amenaza de muerte a quien desobedeciera, estos jóvenes permanecieron parado, según sus convicciones. En el instante en que fueron llamados en frente de la presencia del rey, reafirmaron sus confianza en Dios rechazando agacharse enfrente de la imagen. En este momento condenados a muerte, fueron lanzados en un horno candente, donde Dios fue su compañero y libertador, lo que logró que el rey alabara el nombre de Dios y promulgara un decreto donde condenaba a muerte a todo aquel que blasfemase contra el Dios de estos jóvenes. El rey se encolerizó tanto que mando a que los enviasen al horno de fuego como castigo de su rebelión. Quizás varios hombres o mujeres creerían que estos tres hombres se retractarían de su resolución al pensar que iban a ser consumidos por las llamas de fuego.

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Dios había enviado a un ángel para que los resguardara del peligro, pero lo que es aún mucho más esencial es que el rey se percató de que ellos de verdad creían y confiaban en Dios. Estaban prestos a fallecer en lugar de ser útil o venerar a cualquier dios que no fuera su Dios. Los soldados murieron al tiempo que empujaban a los tres hombres hacia el horno, en tanto que el fuego era muy caliente y Sadrac, Mesac y Abednego cayeron en el horno que estaba muy ardiente.

Por negarse a cometer un acto de idolatría, Daniel se ve en la necesidad de combatir la desaparición; pero Dios lo salva prodigiosamente, como antes había salvado a los tres jóvenes lanzados al fuego. La profanación de los vasos sagrados adjudica un carácter sacrílego a este banquete, en el que no solo se rendía culto a los dioses paganos, sino que también se menospreciaba al verdadero Dios (cf. v. 23). La confesión de fe de este rey pagano anticipa lo que va a haber de acontecer por fin de los tiempos, en el momento en que todos y cada uno de los pueblos de la tierra sirvan y obedezcan al único Dios (cf. Dn 7.27).

El dios en el que él cree de verdad es en si mismo, no en los dioses de Babilonia. Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los jueces y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos y cada uno de los gobernadores de las provincias, a fin de que viniesen a la dedicación de la escultura que el rey Nabucodonosor había levantado. Hay un eslabón distinguible entre el sueño de Nabucodonosor en Daniel 2 y la imagen que él logró en Daniel 3. Aparentemente Nabucodonosor deliberadamente logró una estatua de oro en su integridad, para decir que el día de su reinado y autoridad jamás terminaría – en contradicción al plan de Dios. Como resultado el rey mandó que el horno fuese calentado siete ocasiones mucho más a tal nivel que quienes arrojaron a los Sadrac, Mesac y Abed-Nego en el horno fallecieron. A afín temperatura se suponía que perecieran autómaticamente al ser lanzados atados pero para sorpresa del rey había una cuarta parte hombre en el horno y ellos salieron indemnes.

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Tenemos la posibilidad de ver con todo lo mencionado que la fe y la santidad van muy juntas. Debemos testificar con nuestras vidas lo que suponemos, y no solo de boca para afuera, sino más bien con obras de caridad, amor al prójimo y una vida de obediencia a Dios. 8Por esto en aquel tiempo ciertos hombres caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.

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