reflexiones del genio lucas escritas
La imagen fotográfica basta para separarnos de un mal pensamiento, suficiente para decir que se se encontraba en frente de un hombre hecho para la iluminación y la santidad. La hermana muerte también fue asunto de alabanza, testimonia la fuerza escencial de Francisco de Pedro de Bernardone, desnudo mientras que el Cristo de San Damián pronuncia el único verbo que el de Agarráis llevó en su interior. El obispo Guido Segundo tuvo apenas tiempo para taparle las partes y llevarlo a cabo merecedor de la seguridad de toda la fe.
Sam Hamill se acerca desde el reflejo de sus anteojos, con los párpados prácticamente cerrados para eludir el relámpago del trópico o la luz criminal de una bomba en el corazón de una localidad indefensa. Y digo del trópico por mi experiencia con él en Valencia a lo largo del X Encuentro En el mundo entero de Poesía de la Facultad de Carabobo en el que coincidimos y nos conocimos resumidamente. Y digo de las bombas por su rechazo absoluto a las guerras, escrito en sus poemas y en la piel de sus expresiones, por sus críticas definitivas contra la administración Bush y contra todo cuanto huela a pólvora y metralla. Tal es así que es un poeta militante, un poeta vigoroso, un hombre entregado a la vida, a las letras, a la disidencia, al planeta. La tierra, “la de otros fallecidos”, como confiesa Marguerite Duras en La mar redactada, consigue rincón en algunos de los versos que se agitan en Patria y otros poemas de Armando Rojas Almacena (Editorial Equinoccio, Facultad Simón Bolívar, Caracas 2008).
Siglo Xix: La Historia, Ciencia Erudita
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Kur se semeja a una criatura dragón, recordando a Tiamat y Leviathan. Los textos proponen que la lucha con Enki ha podido haber usado instrumentos de la tierra de Kur, sus piedras o sus criaturas que lanzan piedras. En hazañas de Ninurta, esta deidad se ha propuesto remover el Kur, en un principio Kur amedrenta a Ninurta y se retira, pero en el instante en que Ninurta vuelve con mayor resolución, Kur es destruido. Esto suelta las aguas del Abzu, haciendo que los campos sean ahogados con aguas descuidadas. Tus acciones asistirán a esos que te proseguirán.
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Pasados los años, venida la desaparición de quien nos enseñó a soñar, aventajados por la cincuentena, proseguimos siendo víctimas de los espejismos, solo que los de la carretera ya no nos engañan. Hay otros espejismos, varios de ellos fabricados con expresiones, con ideas, con voces salidas del adentro pero teñidas de bastante afuera sucio, enlodazado por la poca fortuna de un paisaje verdadero. Vuela en un poema retratado por un rostro que surge de un collage. Poema y aventura visual se unieron para recrear lo que más tarde se transformó en otra obsesión. Probablemente, como dijeron varios, el collage deba ver con la infancia considerablemente más pequeña, con la previo a la escuela, con aquella de cortar y pegar, con aquella de imaginar desde las destrezas que el ojo se apresta a comunicar al espíritu.
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Como conclusión, la oralidad todavía es un secreto. He allí la felicidad de el intelecto, emplearla tanto hasta llegar al primer hombre que solamente balbucea. Decir “piedra” es tan trascendente como decir “PC” o “microcirugía”.
El agua se desliza por los meandros del poeta. Podría leerse en cada uno de sus cauces las ocasiones que el río lo mojó y lo secó bajo el sol. Podría decirse del Caramacate, corriente amarilla, lenta y descuidada que pasa por San Sebastián de los Reyes. El agua, entonces, es la mirada de un hombre que escribe bajo el rigor del trópico. De esta forma, entre nubes, surge la poesía, la voz de Miguel Ramón Utrera llevada a cabo agua, silbido líquido, palabra que anega las calles del poblado y traduce el susurro que entra en el bosque, en los hierbazales cerca de las cuevas donde se alumbran las opiniones, los misterios. Los individuos tratados viran en torno a hechos en los que hemos estado presentes desde lejos o en el mismo ubicación de los hechos.
Un país, un cosmos, late en la morralla que surge bulliciosamente y nos agrede. El poeta no se oculta, irrumpe en medio mal para hacerle en frente de la ruina, a la obscuridad recorrida por las páginas de un alarido, como aquel de Ginsberg, o el que tantas veces nos acerca al oído de Mariño Palacio. Liscano escribe desde la desesperanza, desde una página donde el futuro omniabarcante deforma la voz y la mirada del hombre. El eco de Juan Liscano se derrama sobre la Cruz del Sur y la inclina hacia el costado de la crítica, como motivación de quien sabe de las conmociones y sobresaltos que nos tiene guardado exactamente el mismo hombre. El futuro, esa discriminación del tiempo, define la duda y el silencio atado a las palabras.
8.- Vidal, Benito, Historias mágicas de los dioses sumerios, Edimat, 2004, Pág.99. 4.- Vidal, Benito, Historias mágicas de los dioses sumerios, Edimat, 2004, Pág.67. El dios Hebreo era un Dios de miedo, el padre celestial de Jesús era un Dios de amor, de hecho, Jesús nunca se refirió al padre celestial como Jehová, sino más bien como Elí. Pero, después de que Moisés arrojara y rompiese estas tablas como contestación al hecho del becerro de oro, las nuevas tablas las inscribió el mismo Moisés, por los 2 lados, mientras continuó en el monte a lo largo de 40 días y 40 noches, tomando al dictado las expresiones del Señor. De la misma forma, si no podría haber sido por un relato escrito en un papiro de la época del faraón egipcio Khufu concerniente al Libro de los Misterios de Thot, no se habría llegado a comprender la existencia de ese libro.
- Y mientras que confiamos en El, experimentamos la victoria, que inevitablemente, es el resultado de una vida de fe.
La primera noche de su regreso, el personaje recibe la visita de la gemela, quien —después de sudores y quejidos— resulta ser la enferma maquillada como la hermana. Con lunar que borra frente al espéculo y en frente de un desconcertado con pasión. Líneas considerablemente más adelante, Melania entiende las causas de su afín pues sabe que próximamente morirá. Un hombre viaja de un pequeño pueblo del interior de México a DF. Se instala en una pensión pobretona donde en escasas horas se transforma en parte de un mundo cuya cotidianeidad revela cada espíritu, cada fruición con un planeta mediocre, lleno de pequeños miedos, de miserias arrastradas por el mismo peso de la presencia. La mañana me halla con el cuento del mexicano en mis manos.
La vergüenza tarda en acomodarse en sus arrugas. O en la cirugía que la acompaña a todas y cada una partes. La ciudad canta serena bajo las faldas de una diosa injuriada. Qué corta la vida para bastantes quebrantos y aspavientos. Qué desastre de vida la que llevamos mientras que Dios sonríe en frente de la inutilidad de sus hijos. En tono bíblico, “El libro del guasón” se pasea por una genealogía con sabor macondiano.