reflexiones del genio lucas escritas
Con chillidos de mal di a luz, gritó, y fue para asegurar para mi hermano y para Anu la continuidad de la realeza del cielo. A fin de que sus dolores no fuesen en balde, Ninurta debía salir y pelear por la victoria. Según los textos sumerios, entre aquéllos que se incluye una impactante autobiografía del mismo Ea, este nació en los cielos y vino a la Tierra antes que hubiera ninguna población o civilización sobre la Tierra. Cuando me aproximé al país, se encontraba inundado en parte importante, asegura. Centrándose después en la tierra seca, Ea afirmaba que fue él quien dirigió el arado y el yugo, abrió los sagrados surcos, construyó establos, levantó rediles, fue este Dios el que trajo a la Tierra las artes de la elaboración de ladrillos, de la construcción de moradas y ciudades, de la metalurgia, etcétera. Presentándolo como al mayor benefactor de la Humanidad, como al Dios que trajo la civilización, múltiples contenidos escritos lo tienen asimismo por el primordial defensor de la raza humana en los consejos de los Dioses.
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Ya hemos visto que hubo ciertos hitos en la vida de Jesús, y aquí poseemos otro de los considerablemente más fundamentales. a-Destaca la humanidad real de Jesús, dado que fue un hombre como todos nosotros, no un semidiós o algo semejante. Para socorrer a los hombres se realizó real y realmente hombre. Así describía Juan el juicio, un juicio que el hombre podía pasar con seguridad si había cumplido sus deberes con el resto y había hecho bien su trabajo períodico. a-Comenzaba demandando a los hombres que compartiesen lo que tenían con los que no tenían. Era un evangelio social, que anunciaba que Dios no absolverá jamás al que está contento de tener de más cuando otros tienen de menos.
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Moliére –como lo reconocen en el planeta teatral- murió múltiples ocasiones en escena, pero en una sola se convirtió en el genuino “actor”. Esto es, Jean-Baptiste Poquelin fue obligado por una patología a fallecer “de verdad” solo una vez, y dejar constancia de que sabía fallecer o que al menos la desaparición es genialmente histriónica. Con Ínsulas, Renato Rodríguez nos revela ese anhelado regreso a los sitios donde la inocencia de un jóven todavía es la mirada de su pequeño mundo, que una vez estuvo apartado del resto de la tierra, o sea, isla absoluta, soledad entre aguas y resacas, gaviotas y sueños a través de la ventana de una escuela.
Todos los libros de Aly Pérez llegan al mismo lugar. Son libros amarrados al paisaje que los inventó. Aly Pérez sigue en ellos, pendiente de cada giro de la tierra. Tan vivo como el pájaro que descubre su presencia diaria en los árboles y calles de su vieja ciudad. Una “crónica funeraria” cuenta la rutina de la desaparición en un entierro, en un homicidio, en el adiós a los muertos. Las en tantas oportunidades desde el centro del pueblo hasta el cementerio, esas que el poeta vivió con la elegía de su caminar lento hacia el silencio.
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Un escritor no es un héroe, pero tampoco ha de ser presa del temor. “Un escritor sería, puesto que –tal vez hayamos encontrado la fórmula con excesiva velocidad-, alguien que otorga especial relevancia a las expresiones; que se desplaza entre ellas tan a gusto, o quizás más, que entre los humanos; que se entrega a los dos…”. Expresiones para los hombres, la humanización de la escritura, sin olvidarse de la calidad de éstas, por el hecho de que la mediocridad, el poco cuido, la falta de pulitura ensucia la independencia que estas proponen al arrimarse al lector, quien va a haber de ser siempre y en todo momento el propósito de la escritura. “Quien no tome conciencia de la situación de todo el mundo en que vivimos, difícilmente tendrá algo que decir sobre él”. ¿De qué manera se vive en cualquier paisaje si quien se dice escritor mira desde su miopía el polvo de unas letras que contamina la realidad y la misma imaginación? No se habla del viejo tema del compromiso y la llamada situación.
O sea, son personajes que cuentan sus vidas en silencio, a fin de que las escuchemos muy bajo, muy alerta. Ellas monologan con los que leen y se nos meten en la vida. Y allí se quedan un rato largo, con sus vocecitas, con sus ganas de correr por un parque, de dejar la timidez o lavarse la cara por visto que una piensa que es fea. Bueno, se habla, como afirma Marina Sandoval, de muñecas que forman parte a varias personas y al Museo Salvador Valero, pero que son hermanas de aquellas que hizo Angelina Bolívar de Utrera en Villa de Cura y que Aquiles Nazoa metió en un libro.
Así, de viejo, nos viene la manía de deducir volar sobre las injusticias pero, vano afán, quedamos postrados en tierra, rostro a rostro, fealdad a fealdad, mientras que Dios baraja el destino de cada uno con la calma milenaria que lo ha caracterizado. Un solo poeta en la calle basta para entender qué desolados vivimos. Un hombre amparado por sus cuadernos es suficiente para sabernos perdidos. En esta ciudad completamente absolutamente nadie resucita en la mitad de la madrugada. No obstante, el poeta sin dios entra y sale de los lugares prohibidos, sueña bajo el farol de una esquina.
Pero hay otra gente –la multitud- que de nada se ríe. La burla, según las malas lenguas, es una forma de venganza. Eso no significa que todos los humoristas tengan contrincantes regados por todas y cada una esas tierras de Dios, ya que eso de hacerse humorista para vengarse de la multitud es como ganarse la enemistad por adelantado. O lo que es exactamente lo mismo, recibir el odio a contra reembolso. Esto es, a vuelta de correo, electrónico o tradicional. La bula podría ser una venganza sublime, si llegamos opinar que nuestro enemigo es idiota.
Las pesadas redes del deseo…, instancia que encierra el pensamiento y asimismo los sonidos que tiene dentro el mundo. Un hombre solo desenreda las horas de su silencio. Un día se le ocurrió a Borges asomar la nariz y asegurar que sus primeros cuentos “son el poco responsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética, en algún instante) extrañas historias”. Por eso estos contenidos escritos son un susto donde el intelecto del poeta se abre y se combate entre un humor muy fino y un temblor en los verbos.
Lagarto que cambia de piel, la lengua nos cambia, nos quita el nombre, lo difiere. Hablamos –más allá de todo- como los conquistadores. Estamos más cerca de la vieja España que los propios españoles de el día de hoy. Sin embargo, la lengua se ha revitalizado por la presencia de las emergentes pretensiones culturales.