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reflexiones del genio lucas escritas
Los corredores improvisados de la 10ª Feria En el mundo entero del Libro de la Capacitad de Carabobo, el pasado 7 de noviembre de 2009, estaban a reventar. El Centro Comercial Metrópolis de Valencia era un hervidero de gente en la parte más baja de su composición. Un largo corredor informaba al fondo de que algo ocurría en ese rincón. Salían y ingresaban con bolsas o con un libro bajo el brazo. En los cubículos se anunciaban los encuentros con los convidados particulares. En uno está Antonio Gamoneda, Premio Cervantes 2006, asimismo Premio Nacional de Poesía de España 1988 y Premio Castilla y León de las Letras 1985.
Los mucho más odiados por la nomenclatura, más allá de que sean celebrados como versistas o “toma levas”. Los mucho más aceptables, los de la calle, los rumberos, los que se evaden por medio de la esquizofrenia, la avasallante discrecionalidad de la ironía. Una ida, “La China”, era capaz de nombrarle la madre a Fidel. Un día, después de años de insultos callejeros, alguien se la llevó a casa, la bañó, la vistió, la perfumó. En la mañana en el instante en que fue a despertarla con un café no se encontraba. Se había desaparecido, como llegó, pero bien apertrechada, lista para proseguir con sus trabajos.
Historia De Género
Esta información destapa los sentimientos mucho más ásperos de Jotaefeka. Se marcha a América y se abre a otro mundo, a otra forma de emprender la historia, de intentar desviarla. Perder a un hombre como éste significa perder parte del país que en tantas oportunidades hemos nombrado, el que soñamos ineficazmente porque lo comprendemos irrealizable, bien bien difícil de poder. Vergüenza da desconocer la ciudadanía verbal de este señor del periodismo, el que se sabía parte de un aparato de trabajo que informaba y formaba. Asimismo desconocerlo como poeta, como desarrollador de imágenes, como pescador de sueños. El poema, abrigado por la primera persona, abunda en datos de una vida que conoció el frío de las estepas y la desolación del destierro.
El lugar sigue allí, con los huesos de lo que callamos. Para mirarnos de otra muerte, nos mordemos la carne. Retornamos mudos a la sombra del padre, a la mirada frágil de una mujer que destinó la vida a corroborar su conciencia épica.
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Atiende con amabilidad los duendes de sus zapatos y sabe decirle amor o puta a una mujer nocturna. La escritura del canto fallido (que ya es imposible cantar más puesto que en todos y cada intento el llanto agudiza) implica a la catarsis del constructor. El Clanto es un testimonio considerablemente más del secular esfuerzo de atenuar el padecimiento a través de la expresión artística”. Expresiones que Pierre Ménard dejó al desgaire en una monografía por allí en 1900 y que nuestro creador de hoy, el poeta y dramaturgo calaboceño Loreto López, recopila sin dejar la curva que acostumbran a las sonrisas entregar después de una travesura de su dueño. En efecto, este “género”, donde asimismo el teatro juega su papel, representa –si se quiere- la clásico imagen de las máscaras de la catástrofe y la comedia.
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Las primeras nos identifican y nos aportan una nacionalidad local, regional. Las segundas endurecen la nacionalidad global. Tendríamos que charlar del hato como una nación autora de palabra e imágenes que recorren el planeta merced a su permanencia en el hablante venezolano, criollo. Decir arriero no solo significaba arrear el ganado, sino comprender el estado anímico de la sabana.
Estas cartas al silencio, lanzadas al aire desde El país nipón, nos llegan hasta la puerta de nuestras viviendas y allí se estacionan para hacernos levitar y regresar a la tierra con considerablemente más fuerza. La traducción de los materiales fue efectuada por Ryukichi Terao, tomados de los libros Servir la pena , Relaciones , Bajo la lluvia extraña , Com/posiciones , País que fue será , Gotán , Mundar , Eso y Velorio del solo , los cuales aparecen en el mismo orden con el que se detallan en esta nota. El libro transporta el sello del citado Centro Cervantes filial Tokyo, anunciado en esa capital en 2009. Veinta textos del poeta Juan Gelman avanza por el cauce de la traducción al japonés. Son contenidos escritos del constructor argentino ciertos con el título “Escribiendo cartas al silencio”, con presentación de Carmen Caffarel, gobernante del Centro Cervantes, y prólogo del académico y poeta venezolano Gregory Zambrano.
2 historias que se aproximan sólo a través de una línea imaginaria. La vida de Tamura y la de Satoru, dos paralelas hacia un estadio donde la indecisión y la catástrofe configuran un final trágico y onírico. El día de hoy, en el momento en que el poeta de Obscuro se despide, prácticamente centenario, se nos junta el planeta en los ojos, en la carne que nos queda para afirmar que hablamos de una voz universal, muy nuestra. Se deshoja con sencillez, se le caen las alas, pero prosigue diciendo en todos y cada texto lo que el poeta de 85 años nos deseó alertar o menear, en este momento en el momento en que estrena Premio Cervantes y sigue vivo bajo el techo de un pasillo donde hay un patio central y múltiples pájaros desquiciantes en una fuente apagada. Alguien ha tocado a la puerta de este libro que es una vivienda de muchas voces, de terceras personas que han logrado habitarse. Fantasmas al fin, rondan los sonidos, los hostigan, se los apropian, los dejan en las páginas a fin de que suenen en todos y cada sitio de todo el mundo.
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“Por El Valle del Lucero no se va a parte alguna”, increíble entrada para leer Los caballos de la cólera, donde Eduardo Casanova nos lanza terminados. Novela paisaje humano en el que destaca una tierra de espanto y miedo, crímenes y desolación. Un boceto de país que nos arrastra y nos ahoga. “Tierra pisada con mal de siglos”, afirma el constructor. Los individuos recorren todas y cada una de las páginas y se van de ellas para someternos a las enseñanzas de una situación emergente, recia, como el cuero aquel, como la porfía del poema hecho Cantata, como una marca en la frente. Son los caballos de la furia, los del apocalipsis, los de las tantas escaramuzas que se cambiaron entonces en una épica patológica.
- Hombre de cuentos, microrrelatos, minicuentos y saltos al vacío tratándose de entender el planeta.
- La república es un titubeo, un refranero que se mira en una historia/ tinglado donde los individuos que ella aloja representan un vacío de valores que, como ha elaborado Mario Briceño Iragorry y ha señalado Campos, nos conducen a un prototipo mañoso.
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La librería se encontraba en ese sendero períodico de mis andaduras de malogrado aspirante a morgues, consultorios y pabellones quirúrgicos. Me quedé con las letras, con la literatura, con la disparidad, con esta fabulosa genética que prosigue vapuleándome. Mucho más adelante, el tomo nos entrega un “Interrogatorio preliminar” donde el creador recopila muchas de las cuestiones que le han elaborado cronistas y leyentes. Cuestiones que tienen, naturalmente, respuestas que han servido para darle cuerpo a las páginas que ahora mismo tengo abiertas sobre la mesa.