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En qué dirección ir Sobre Sadrac Mesac Y Abednego

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Y estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados en el horno de fuego ardiendo. No solo los tres jóvenes judíos estaban en medio horno caminando y sin sufrir daño, sino además el rey vio una cuarta persona cuyo aspecto era como “hijo de los dioses”, o un ser divino, asimismo caminando en el fuego (v. 25). Esta cuarta persona podría haber sido la manifestación del ser que después se transformó en Jesucristo. Como Sadrac, Mesac y Abed-Nego no quebrantarían de ningún modo el Segundo Mandamiento por venerar esta estatua, los oficiales babilónicos detallaron de la falta de obediencia de estos hombres (vv. 8-12). El rey entonces demandó perentoriamente a Sadrac, Mesac y Abed-Nego que se arrodillaran enfrente de su ídolo.

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Entonces Nabucodonosor se llenó de escandalo, y demudó su semblante contra Sadrac, Mesac y Abed-nego. Respondió ordenando que se calentara el horno siete ocasiones considerablemente más de lo que se habituaba calentar. Sadrac, Mesac y Abed-nego obedecieron los mandamientos de Dios, aun en el instante en que sus vidas estaban en peligro.

Daniel Interpreta El Sueño De Nabucodonosor

Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia. Ellos pudieron haber dicho, “Es únicamente una vez, y no por un buen tiempo. Es imbécil el arrojar nuestras vidas por diez minutos.” Estos hombres sabían que diez minutos podrían mudar una vida entera. Nabucodonosor tuvo en poco en insultar a todos y cada uno de los dioses con esta declaración. Él es mucho más que un secular o un humanista que un teísta.

8 En lo íntimo, Daniel se ha propuesto no contaminarse con la ración de la comida y bebida del rey que se le daba, y le solicitó al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse. En todo tema de sabiduría y también sabiduría que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en su reino. Y el rey conversó con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron enfrente del rey.

El Canto De Los Tres Jóvenes

49 Y Daniel le solicitó al rey, y éste puso sobre la administración de la provincia de Babilonia a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego; y Daniel continuó en la corte del rey. Si bien el enemigo nos quiera “mudar el nombre”, la identidad de hijos de Dios, no debemos olvidar que en Cristo somos mucho más que vencedores, justificados por la fe en Él. Aún así ellos no permitieron que ese cambio afecte su fe, promesa, modo de vida de Daniel, Misael, Ananías y Azarías sino al contrario en la mitad de un mundo absolutamente pagano y estando bajo su dominio se aferraron al Dios verdadero sin torcer su fe en Él. Todo este cambio de nombres en la vida de estos jóvenes iba sensiblemente más lejos de una adaptación a la civilización sino era destacable estimar conseguir un cambio de forma de pensar, identidad y alejar de ellos toda promesa de asistencia en el genuino Dios, nuestro Señor. Tras la caída del reino de Judá viene el cautiverio de los judíos hacia Babilonia, cautividad que duraría unos 40 años hasta el momento en que hace aparición un nuevo rey, Ciro, quien promulgó un edicto que pone fin al exilio judío en Babilonia. Pero los tres jóvenes entonces llamados “Sadrac, mesac y abednego” se rechazaron a cumplir el edicto del Rey, por que sus convicciones y su Fe en el único Dios eran inalterables.

Su ascensión al trono real se causó después, en el año 605 a.C., en el momento en que la victoria de Carquemis aseguró a los babilonios la dominación sobre Siria y Palestina. Jer 46.2, donde también se le da a Nabucodonosor el título de rey antes de que lo fuera absolutamente. muestra a los humanos que van a interpretar los capítulos contados en los caps.

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Is 13.17; Jer 51.11, donde se cuenta a los medos entre los pueblos que provocaron la caída de Babilonia. »El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor, tu padre, el reino, la grandeza, la gloria y la majestad. por cuanto en él se halló considerablemente más espíritu, ciencia y entendimiento para interpretar sueños, transcribir misterios y solucionar inquietudes; o sea, en Daniel, al que el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, ya que, ahora mismo a Daniel, y él te dará la interpretación. Entonces el rey Belsasar se turbó en extremo y empalideció, y sus príncipes estaban perplejos.

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Adjuntado con Sadrac y Mesac, fue nombrado para el servicio real de Nabucodonosor. La biblia cuenta de ellos que rechazaron venerar a la escultura de oro que el Rey había levantado y se les condenó a morir en un horno de fuego. La narración de Sadrac, Mesac, y Abed-nego la logramos hallar en el libro de Daniel capítulo 3 y nos comenta la crónica de tres jóvenes judíos en Babilonia que retaron al rey Nabucodonosor al negarse a venerar a la estatua de oro que él había erguido.

El nombre del rey es Nabucodonosor y los tres hombres eran Sadrac, Mesac y Abednego. Ellos vivían en un espacio llamado Babilonia y los tres hombres trabajaban para el rey y tenían trabajos esenciales para la provincia de Babilonia. ¿Cuántas personas tienen ese tipo de celo tratándose de negarse a pecar? ¿Cuántas personas están prestas a soportar todo, en vez de pecar? Esta historia de hace una cantidad colosal de años puede aplicarse directamente a nuestras vidas el día de hoy. Nosotros además podemos tener fe en Dios que sabe, sin dudas, que si nos encontramos prestos a sufrir algo por Su causa, a fin de que se haga Su intención en la tierra como en el cielo, entonces Él nos llevará por medio de cualquier fuego que tengamos que aguantar.

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Como producto de esto, el rey ordenó que “matasen a todos y cada uno de los sabios de Babilonia”, que incluían a Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-Nego (v. 12). Si bien había otra gente en este programa de entrenamiento (vv. diez, 19), Daniel y sus tres amigos pronto sobresalieron por la comida y la bebida que anhelaban consumir. Más allá de que supuestamente Daniel fue el primero que se negó a consumir la comida y la bebida del rey (v. 8), Sadrac, Mesac y Abed-Nego próximamente mostraron que tenían exactamente la misma determinación (v. 10).

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