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reflexiones del genio lucas escritas
Son vacas verdaderas, verdaderamente surrealistas, nacionales, por lo que tienen de mamas y huidizas, orejanas. Las vacas de Juan son las vacas de sus ojos, las de sus ojos de búho, como afirmaba Gerbasi. Pero nada, asimismo son astros que giran cerca de la mirada de quien las revela con las lolas repletas de licor, borrachas desde abajo.
Así, la oralidad era parte incuestionable de la música que haría viable la composición. Afirmemos desde este transigente comienzo que Otilio Galíndez, nuestro hombre de Yaritagua, que o sea de todo el conjunto de naciones que habla español, forma parte de ese sustrato cultural que ha heredado el oído del tiempo. Otilio se realizó del verso amoroso próximo al mismo tiempo diario, geográfico interior con lo que tiene de sentido y pensamiento, desprovisto de pretenciones dogmáticas, toda vez que soñó y sonó en la mitad de una libertad con la letra y la música de sus cariños biológicos y espirituales.
Historia
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O sea, la vivienda es un localización, un solo sitio. La vivienda vive en la habitación, en cama con los fantasmas que acostumbran a saber a quien la habita. En la entrevista con Miriam Freilich, el poeta llegó a decir que Ya pertenecía al grupo “Sardio” que se reunía en los bares y cafeterías de El Silencio y el centro de Caracas a dialogar sobre literatura y política. Es decir, de todo, pero negó en ese mismo instante que hayan sido incoformistas. Ellos admiraban a Ramos Sucre, a los versistas del grupo “Viernes” y en la revista publicó Mariano Picón Salas un capítulo de Regreso de tres mundos, dejó dicho la periodista. He allí el mismo poema, exactamente la misma casa en ruinas, los ojos del niño que velaba el temor y sus temas.
Es un libro donde la estupidez de una voz sigue vigente. Lleve el libro a casa tal y como si se tratase una herida. En este libro de Miranda se tienen la posibilidad de leer contenidos escritos cortos, exquisitos textos breves que llegan a doler, que son tan ácidos que pelan la lengua y la deshacen en la pronunciación del mismo relato. Es como estimar silenciar a quien lee para convertirlo en protagonista de las historias que cuenta el creador. Julio Miranda es quien nos hace un cuento, un relato, una crónica, una joda o una maldición. Nos empuja hacia la costa, hacia un barranco donde hay muchas balsas.
Una escena de abrazos lleva a meditar que la mayor experiencia hay que comunicar como un regalo. El pobre nieto se quedó con sus porrazos, pero también con la cara sonriente de la madre. En cualquier caso, en este libro hay muchísima educación , solo que quien no lo sepa se tropieza con su propia ignorancia, que puede rayar en la estupidez. Por esa razón, créalo, la educación conduce las considerablemente más de las veces a la estupidez.
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La palabra chamo, cercana a chaval y a chamaco procede de jóven. El juego con la naturaleza, con individuos opacos, de forma expresa, de una historia estropeada, se sosten en este libro con la presencia de planos simbólicos, lúdicos. La palabra, bien que nos hace y deshace, prosigue el curso del extrañamiento. Para eso está el yo, para socorrer la sombra donde la existencia es solo una enorme aventura, íntima o universal, aventada por todas las pasiones y desmembramientos.
Entregó su sabiduría, su belleza interior y salió en silencio, como siempre y en todo momento andaba. Este libro de Dalia Margot Baptista Araujo precisa de sobra lecturas, de otros silencios para llevarlo a cabo otro en las 3D que expresa. Podría añadir que cada estación es un libro. Queda de una parte de quien las escribió desarrollarlas para que sean tres los libros del futuro. 9.- Vidal, Benito, Historias mágicas de los dioses sumerios, Edimat, 2004, Pág.164.
- La imagen de los aeroplanos fundiendo los inmensos inmuebles de Novedosa York establece el comienzo de la desaparición.
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Y el almirante, con el dedo fracturado, duerme su eternidad en un sótano. Aún faltan ciertas desgracias para hincar la rodilla sobre la muerte de la desaparición. Y entonces, con la catástrofe a cuestas, se llegó al lugar de su gloria, martirio de tantos cadáveres y vidas. Por el fondillo del yerro, la caída de quien por años mantuvo el brazo estirado hacia algún ubicación de la niebla caraqueña. La noche cuelga de un árbol -del genésico- que Nicasio frecuenta regar desde la ventana de su imaginario.
En el instante en que la primera tropa hace salir a los hombres de la región, Hai queda indefensa. Entonces la segunda tropa, captura la ciudad, y los hombres de Hai, que quedan atrapados entre ámbas tropas, son aniquilados. Y más allá de que Dios les asegura la victoria, Josué tiene planeado el ataque meticulosamente. Una tropa israelita atraería a los hombres de Hai a salir de la región, al paso que la segunda tropa saldría de su escondite para atacar a Hai por la retaguardia. La avaricia no solo es la causa primordial del pecado, sino también, es la maldición del pecado.
Digo, como menté previamente hace unos años, de un hombre a quien tuve el honor de oír desde su arcádica estrategia poética, estrechar su mano y saberme próximo a sus aprecios por la vía de otros amigos quienes me señalaron el camino de su sabiduría verbal. Natural de Odessa en 1889 con el nombre de Ana Andreievna Gorenko, publicó su primer poemario a los 23 años con el título de La tarde. Arrastrada a la maldición por la mirada persistente del “big brother”, su marido, el poeta Gumilev, fue acusado de contrarrevolucionario y pasado por las armas. Varios de sus colegas de letras y amigos padecieron la limpieza liberada por la “Colosal Revolución de Octubre”. Los gulags se alimentaron de una carne demasiado sensible.