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Una visión ecuánime sobre Sadrac Mesac Y Abednego

sadrac mesac y abednego

Otros suponen que el segundo imperio es el medo-persa, el tercero es el heleno y el cuarto el de la ciudad de roma. Se encontraba de pie enfrente de ti y su apariencia era horrible. Y a mí me ha sido revelado este secreto, no por visto que en mí haya mucho más sabiduría que en el resto vivientes, sino más bien para que se dé a saber al rey la interpretación y a fin de que comprendas los pensamientos de tu corazón. »Estando tú, rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por comprender lo que debía ocurrir en lo por venir; y el que revela los secretos te mostró lo que ha de ser. Esta intervención del funcionario real recuerda la escena contada en Gn 41.8-13. La comparación de los 2 cuentos pone en prueba el paralelismo entre José en la corte del faraón y Daniel en la del rey de Babilonia.

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Palabra Profetica

Eso les dio valentía para obedecer ahora, en el momento en que las estacas estaban mucho más alto. Hay libros populares de turismo asistencia que aguardan ayudar a quienes parecen querer bastante, pero varios Cristianos son estorbados porque adoran bastante. Ten en cuenta que los Cristianos primitivos no eran echados a los leones gracias a que adoraban a Jesús, sino más bien pues ellos no adorarían al emperador. Otro ejemplo viene de 1960 en el momento en que el Presidente de Gana quien tuvo una escultura un tanto mucho mayor que él, el que levantó frente a la vivienda nacional del Parlamento. Una inscripción se podía leer en el costado de la escultura, “Busca primero el reino político y todas las otras cosas van a ser añadidas.” La escultura fue destruida tras un sangrienta golpe en 1966. Además de ser arrancados de todo cuanto conocían fueron sometidos a una cultura y una capacitación diferentes; pero peor aún sus nombres fueron cambiados en un intento de quitarles su identidad.

Llevados cautivos a Babilonia por el rey Nabucodonosor, Daniel, Ananías, Misael y Azarías fueron escogidos para ser instruidos en todo para el servicio real. Una actividad amena para empujarlos a los pequeños más pequeños a comprender que tan alta fue la estatua dorada del Rey Nabucodonosor. Y Azarías, cuyo nombre significa “El Señor es mi asistencia” le fue cambiado el nombre por Abednego, que significa “siervo de Nebo,” el dios babilónico de sabiduría. El nombre de Jananías significa “Dios es misericordioso” o “amado por Dios.” Su nuevo nombre, Sadrac, significa “Iluminado por Aku,” el dios de la luna. Spurgeon observó que el pueblo de Dios de forma frecuente esta en el horno, y aunque son hornos distintas, estos tienen propósitos similares en nuestra vida.

El rey Nabucodonosor edificó una estatua de oro gigantesca y obligó a su pueblo a adorarla. y el que no se postre y adore, sea echado en un horno de fuego candente. y cualquier persona que no se postre y adore, instantaneamente será echado dentro de un horno de fuego candente». Pues el tema que el rey demanda es bien bien difícil, y no hay quien lo logre declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no está entre los hombres. C. Los hombres Hebreos en el horno de fuego ardiendo. La canción de los tres jóvenes está incluida en la elegías 7 y 8 del canon himnográfico, un himno matinal cantado en el servicio de maitines y en otras oportunidades en la Iglesia ortodoxa oriental.

  • Impresionado el rey les llamo a fin de que saliesen del horno, los ascendió a cargos aún considerablemente más altos en Babilonia y dictaminó que ese mismo Dios que los libró del fuego fuera adulado por todos.
  • Este pasaje nos enseña verdaderamente que estando unidos entre hermanos, mucho más se afianza nuestra fe en Dios.

20Y mandó a hombres muy robustos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. 17He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. y cualquiera que no se postre y adore, en el instante será echado en un horno de fuego ardiendo. 11 y el que no se postre y adore, sea echado en un horno de fuego ardiendo. 6 y cualquier persona que no se postre y adore, rápidamente será echado en un horno de fuego ardiendo. Tú, ya que, Beltsasar, darás su interpretación, por el hecho de que ninguno entre los sabios de mi reino lo ha podido interpretar; pero tú puedes, por dado que habita en ti el espíritu de los dioses beatos”».

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Así Daniel fue llamado Beltsasar, Ananías Sadrac, a Misael le llamaron Mesac y a Azarías Abednego. Gracias a su su aptitud de interpretar los sueños del rey, Daniel ganó un lugar de prominencia en la corte real y Sadrac, Mesac y Abednego fueron nombrados administradores de la provincia de Babilonia. Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías quienes fueron estrictamente instruidos para ser útil en la corte del rey Nabucodonosor. La nación de Israel se hallaba dividida en 2 reinos gracias a conflictos internos y esto contribuyó a que los babilonios tengan la posibilidad de fácilmente atacarles e invadirles cerca del año 597 a.C. Babilonia, también forzó a cientos de familias predominantes, ingresando al rey al exilio en Babilonia, abandonando todo cuanto conocían. Nabucodonosor se llenó de ira y les dijo a sus sirvientes que los ataran a los tres y los tiraran al horno.

Ellos eran únicamente tipos en el instante en que fueron llevados cautivos a Babilonia, como una parte de un conjunto selecto de jóvenes que entrarían en el servicio de la corte del rey. El primer capítulo del libro de Daniel relata la historia del comienzo y elección de estos jóvenes en este momento en el exilio y de qué manera les toca vivir en medio de un planeta pagano y completamente diferente. En esta lección, los pequeños aprenden sobre la fe intrépido y la obediencia de tres jóvenes llamados Sadrac, Mesac y Abednego. El nombre de Daniel, que significa “Dios es mi juez,” fue cambiado a Beltsasar, que significa “príncipe de Bel.” Bel era el dios que el rey Nabucodonosor adoraba. En consecuencia, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa transformada en muladar; por cuanto no hay dios que logre librar como este.

No temas, deja de preocuparte, solo cree sin condición, confía en el Señor, aun en el momento en que las cosas no salgan probablemente como quieras, tienes que confiar en Él, que tu convicción, que tu fe nunca sea negociable. Quizá en algún instante nos tocara pasar por el fuego, pero que hermoso y reconfortable es saber que aun allí estará Dios con nosotros y el fuego no nos tocara ni nos va a hacer daño. Qué hermoso es tener esa convicción, de saber que Dios no está obligado a accionar como nosotros queremos. Qué hermoso es aceptar la forma en la que Dios actuara, sin importar lo más mínimo que de eso dependa nuestra vida. Leer estas frases de estos jóvenes, me llevan a reflexionar sobre de qué manera actuamos cuando Dios no obra de la forma que nosotros pensamos o queremos.

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En la medida en que los hombres que lanzaron a Sadrac, Mesac y Abed-Nego al horno fueron fallecidos por las llamas, el fuego solo consumió las ataduras de Sadrac, Mesac y Abed-Nego. Los tres hombres se pusieron espectacularmente parado y anduvieron en medio del fuego sin sufrir ningún daño. Furioso con su contestación, el rey logró que el horno fuera calentado siete veces mucho más de lo habituado y ordenó a ciertos de sus hombres más fuertes que atasen a aquellas personas desobedientes y las echaran a las llamas (vv. 19-20). Hay una esencial lección que logramos hallar en esta primera prueba documentada de la fe de estos jóvenes. Podría haber sido relativamente fácil razonar que puesto que en este momento eran cautivos en tierra extraña, sólo debían someterse al programa del rey en lugar de intentar retener los estándares de conducta que habían seguido mientras estaban en Jerusalén.

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Sadrak, Mesak y Abed-nego se unieron a Daniel en el propósito, el servir a Dios con sus vidas, el testificarle a donde quiera que vayan. Sostuvieron una amistad y unión que les robusteció aún considerablemente más en su fe. No desearon pisar su fe por temor a la desaparición, sino fueron obedientes al Señor, y al final, observamos como fueron salvados por Dios de la muerte en el horno candente. Desde el primer instante, según cuenta la historia, ellos estuvieron firmes en la fe. No vacilaron ni tuvieron miedo en efectuar lo preciso por obediencia a Dios, sabiendo ellos que Dios les acompañaba y era Él quien los salvaría de todo mal. Quizás ellos hasta creían que no iban a ser sacados del fuego, sino serían salvos en la eternidad.

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