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5 Consejos sobre Quien Ayudo A Jesus A Cargar La Cruz que usará El día de hoy

quien ayudo a jesus a cargar la cruz

Un cierto hombre de Cirene, Shimeon, el padre de Alejandro y Rufo, pasaba por allí de regreso del campo; y le forzaron cargar la estaca. Por otra parte el apóstol amado siempre y en todo instante estuvo con él, hasta al pie de la cruz, el resto apóstoles estuvieron siempre y en todo momento de lejos, entonces creo que Juan es el que cuenta mejor este pasaje. Estad seguros entonces no solo de que como cristianos debéis portar la cruz de Cristo, sino más bien hacéis que sea sensiblemente mucho más pesada en el momento en que la evitáis al yacer en el claro sendero del deber. No hay mayor modo de incurrir en la vergüenza que abochornarse de Cristo. Ya que si no sois abandonados con un juicio justo frente vuestra cobardía y deserción, y no pasáis de ser puros seguidores nominales de quienes Cristo no se abochorna en el momento en que se encuentra con sus ángeles, podéis estar relajados de que vais a ser castigados con una medida aumentada por cada desprecio que habéis planeado eludir.

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Simón De Cirene

Si Cristo hubiera conducido la cruz hasta el desenlace, podríamos haber planeado que la culminación de la tipología era determinante, teniendo en cuenta su realización como algo seguro por la parte de las costumbres conocidas de la ejecución romana. Pero aquí su realización peligra, ya que sólo duró parte del tiempo, y en verdad podría no haber ocurrido en lo más mínimo, bien por capricho de los soldados o por decisión de los redactes que podrían haberlo evitado absolutamente. Un hombre llamado Simón, que pasaba por allí pero era de Cirene, venía del campo justo en ese instante, y los soldados lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Un hombre de Cirene, llamado Simón, padre de Alejandro y de Rufo, llegaba entonces del campo. Al pasar por allí, lo forzaron a cargar con la cruz de Jesús.

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Comentando en sentido espiritual puede decirse que las naciones se transforman a la cruz, y el extranjero obediente transporta la ignominia del Salvador. Iniciada en el cristianismo desde que era una pequeña y en la actualidad una parte del ministerio de adoración de la iglesia bautista “Pueblo de Dios”. Las cruces van a venir en nuestro sendero, de esta manera sea que nos presionen, sean aceptadas pasivamente o sean bienvenidas activamente, pero para lograr nuestra misión celestial, requerimos la felicidad de Dios. Como se mentó previamente, a diferencia de Simón, cuyo conocimiento de Jesús era muy pobre en el momento en el que se encontró con Él en el camino a su muerte, en el más destacable de las situaciones, no disponemos la explicación de no entender a Jesús.

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Sin lugar a dudas no, en tanto que cada profecía que propaga la irradiación universal del Cristianismo debe ser considerada como aviso de un tiempo en el que los males de áfrica terminarán y sus hijos torturados van a ingresar en la independencia de los hijos de Dios. Y consideramos que disponemos en la narración que estamos examinando un caso de muestra de una profecía que se consumó así, en el momento en que pudo estar a puntito de no cumplirse. No existe mayor tipología ilustre del Redentor, que está en el sacrificio de Dios, que la que encarna Isaac al que, bajo el mandato divino, su padre Abraham se preparó para ofrecer en el monte Moria. O sea una prueba sorprendente de la total certeza con la que Dios puede tener cada trabajo de la cabeza humana, de que pudiera así mismo haberla depositado en poder de los amargos enemigos de Jesús para que detuviesen el cumplimiento de las premoniciones. Podría haber modelado las predicciones para que un único pensamiento y para que la probabilidad de aparición de cualquier pensamiento bastara para eludir la realización en su Hijo y al mismo tiempo estar tan seguro a fin de que cada hecho sucediese fidedignamente así como si él mismo lo hubiese decretado tan duraderamente.

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que hermosa información para nosotros , que Jesus sea el cirineo de nuestra pesada cruz , entonces no nos encontramos solos en este pelear. espués del enorme Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han escogido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y accionar aun con instrumentos deficientes, y básicamente me encomiendo a vuestras oraciones.

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Y cargaron á uno que pasaba, Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que llevara su cruz. Obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevara la cruz. Y obligan a uno que pasaba, un tal Simón de Cirene que venía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a fin de que le lleve la cruz. Y forzaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevara la cruz. A uno que pasaba por allí de vuelta del campo, un tal Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz.

O en otro sentido, en el Simón que carga con la obligación de llevar la cruz del Señor, están figurados los abstinentes orgullosos que intranquilizan de verdad su carne con la abstinencia, pero que no procuran internamente el fruto de ella, por cuya causa, más allá de que Simón transporta la Cruz no muere en ella. Pues los que se abstienen y se vanaglorian, más allá de que por la abstinencia mortifican su cuerpo, por el deseo de gloria viven para el mundo. La experiencia de Simón de Cirene, entre otras cosas, nos enseña que la cruz que nos corresponde puede llegar a nuestra vida en cualquier momento y que debemos admitirla, estudiar a llevar nuestras cargas, y comprender que es necesario que apoyemos a nuestro prójimo a sobrellevar las suyas, por el hecho de que en todo lo mencionado hay un propósito divino. Pero en el momento en que verdaderamente debemos lidiar con determinada guerra física, espiritual, sicológica o sensible, juntar felizmente nuestros sufrimientos con Cristo no es siempre lo que consideraríamos un sendero simple o deseable. Además de esto, esto probaría que los 4 miembros de la familia eran cristianos y muy conocidos por los fieles romanos dentro de los 25 años de la crucifixión y resurrección de Jesús. Para hallar esta hazaña habría requerido un fuerte ingrediente de fe y misión en la vida de Simón de Cirene y los integrantes de su familia, uno que asimismo podemos proseguir en nuestras vidas hoy.

Y no obstante, como si estuvieran judicialmente ciegos, ellos mismos fueron quienes provocaron dicho cumplimiento, en casos aparte de esto en los que la prevención parecía estar en su poder. ¿Quizás no conocían lo que Zacarías había predicho en referencia con el valor por el que Cristo sería vendido? Un pensamiento falto, una moneda añadida o restada, y el cumplimiento de una célebre profecía en Cristo, al que crucificaron, habría fracasado. De esta manera nuevamente, qué simple habría sido, y para hombres que estaban buscando refutar las metas de Jesús, qué natural, cuidarse para no darle vino mezclado con hiel en la cruz, y para que los soldados no se repartiesen su vestido ni se echasen a suertes su túnica. Este hecho lo registran y prácticamente en idénticos términos, San Marcos y San Lucas y podemos pensar que tres evangelistas no lo habrían insertado en sus narraciones salvo que mereciera mucho más atención de la que comunmente semeja recibir.

Los evangelistas dan su nombre y su ubicación de origen “Simón de Cirene”. Marcos contribuye una nota mucho más al decir que era padre de “Alejandro y Rufo”. Este Rufo podría ser exactamente el mismo a quien San Pablo saluda como “el preferido del Señor” en la Carta a los Romanos (Rom. 16, 13). Estas menciones dejan conjeturar que Simón se convirtió entonces al cristianismo al lado de su familia (cfr. Louis Claude Fillion, Vida de Nuestro Señor Jesucristo, trad. Antonio García Moreno, Rialp, t. III, p. 206). FORT WORTH, Texas — Hay personas cristianas que dicen, ¡qué cruz! Estas personas suponen que cargar su cruz significa padecer, sobrevivir situaciones alargadas, aguantar o recibir abuso por causa de otra persona o simplemente sufrir de alguna patología que no se cura.

Pero al tiempo que esos que han oprimido a los africanos han sido igualmente criminales como si la opresión se hubiese claramente predecido, es inútil cerrar nuestros ojos frente dado que aún no ha concluido el intérvalo de tiempo a lo largo del cual, por ascenso divino, esta tribu de la clase humana continúe siendo perjudicada y esclavizada. Esos filántropos que se comportaron noblemente y bien, lucharon en este país por la guerra de la esclavitud y no descansaron hasta que el senado estigmatizó y proscribió el tráfico humano. Y este país actuó gloriosamente cuando arrojó sus millones como un salve, decidiendo la extinción de la esclavitud en las colonias para mantener simultáneamente la buena fe y la justicia. Conversamos de todo esto y lo pensamos como virtuoso y excelente ya que creemos que es nuestro deber como cristianos el posicionarnos en oposición a la esclavitud, tan hostil al espíritu del Evangelio y arrancar esta obligación a cualquier precio y mucho más aún, con todo riesgo. Pero si fuésemos a argumentar desde las consecuencias, en lugar de desde los principios, podríamos además dudar en alegrarnos de que el ataque contra la esclavitud se haya en algún instante efectuado. No obstante, todo lo que se ha realizado por áfrica, esta sigue siendo, tristemente, tan desdichada como siempre y en todo momento y en todo instante, tan saqueada de sus hijos como si la maldición ancestral no se hubiese fatigado todavía, y al tiempo que está vigente, es tal y como si el ahínco para sacar provecho sólo pudiese operar perjudicando.

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